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Analogías. Panamá y la última producción del Conejo Malo en tiempos de agresión trumpista

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Por Jorge I. González
Abogado

“Debí tomar más fotos”, una forma de crítica social al colonialismo.

Días atrás publicamos un artículo titulado “Panamá, Trump y Granada 2.0”, una analogía que hicimos entre lo ocurrido décadas atrás a isla caribeña de Granada y lo que actualmente sucede en las relaciones de Panamá y Estados Unidos (EE. UU.), tras las amenazas de Donald Trump, nuevo inquilino de la Casa Blanca. Señalamos que en 1983, el presidente norteamericano de entonces, el republicano Ronald Reagan, ordenó una invasión contra la pequeña Granada, con el objetivo de dar un golpe de tablero geo estratégico y proyectar una imagen de fuerza de EE. UU. tras su derrota en Vietnam.

Pocos años después de Granada se produjo la Invasión de EE. UU. a Panamá, el 20 de diciembre de 1989. Con esta agresión Washington buscó reafirmar la supremacía de EE. UU. en los estertores de la Guerra Fría y dar la bienvenida a la era unipolar. Hoy, ante el declive hegemónico de EE. UU., Trump intenta hacer algo similar, propinar otro golpe de efecto que maquille la alicaída imagen del imperio yanqui, menoscabada en las últimas décadas debido al auge del mundo multipolar. En 2025, Panamá es una vez más la víctima. Pero tampoco es gratis ni al azar. La razón es la permanente rebeldía del pueblo panameño contra los afanes expansionistas de Estados Unidos en nuestro territorio.

Desde la segunda mitad del Siglo XIX y a lo largo de todo el Siglo XX, el pueblo panameño desarrolló una larga lucha de resistencia patriótica popular contra la injerencia norteamericana. El punto cenit de la lucha fue la Gesta del 9 de enero de 1964. El 31 de diciembre de 1999, el Canal pasó a manos panameñas y fueron erradicadas las bases militares de EE. UU. Eso pica a los imperialistas norteamericanos.

¿Pero aterrizando en el título de esta entrega, nos podemos preguntar qué tiene que ver el cantante urbano del género pop, el puertorriqueño Benito Martínez Ocasio, más conocido como Bad Bunny o conejo malo, con todo esto? En su más reciente producción, su sexto disco, llamado “DEBÍ TOMAR MÁS FOTOS”, posicionado de número 1 en la lista Billboard, el artista rechaza el proceso de gentrificación protagonizado en Puerto Rico por ciudadanos norteamericanos de alto nivel adquisitivo, en desmedro de la población puertorriqueña local, parecido a lo que sucedió en las islas Hawaii, en el Pacífico, antiguo reino que fue invadido por EE. UU. en la segunda mitad del Siglo XIX, y cuyo pueblo originario es invisibilizado y discriminado, lo cual Bad Bunny en su disco utiliza como ejemplo, para concientizar en torno a los peligros que corre Puerto Rico de ver más menguada su condición de nación.

En otra de las canciones de “Debí tomar más fotos”, el cantante reivindica la identidad nacional de Puerto Rico, a lo que cabe mencionar que ya desde antes Bad Bunny había manifestado su oposición a que Puerto Rico se convierta en un estado más de EE. UU.. Junto al rapero Residente Calle 13, y otros artistas como Ricky Martin, fueron beligerantes en 2019, antes de la pandemia covid-19, en las inmensas protestas sociales contra la corrupción del gobierno del estado libre asociado, lo que constituyó una crítica intrínseca al modelo de gobernación colonial.

Antes, en ocasión de la catástrofe del Huracán María, que en 2017 generó una honda destrucción de vidas, bienes e infraestructura, y cuyas consecuencias aún se perciben, el presidente Donald Trump, en su primer mandato, visitó la isla y en vez de llevar ayuda a los damnificados, lo que hizo fue lanzar rollos de papel toalla a la multitud, hecho que fue considerado una afrenta por el pueblo de Puerto Rico. La situación de abandono que percibió el pueblo, además, los constantes apagones de la actualidad, aunado a las luchas sociales antineoliberales del pueblo y las ya mencionadas movilizaciones de 2019, lideradas por un grupo de varios artistas reconocidos; son hechos que en su conjunto trajeron como consecuencia un rebrote del espíritu crítico nacionalista puertorriqueño, traducido recientemente en la aparición exitosa de nuevas propuestas electorales de corte ideológico progresista independentista. Todo ello sobre un terreno históricamente abonado por el apego ancestral del pueblo de Puerto Rico a la resistencia cultural, su música y demás expresiones, entre las cuales podemos mencionar a la salsa y el reguetón, ambos géneros de inigualable marca boricua en el mundo.

Es justo destacar la lucha persistente de la militancia independentista de Puerto Rico, fuertemente aferrada a la defensa de la cultura y la liberación nacional contra el sistema colonial. Imposible olvidar las líricas de Calle 13 dedicadas al martirio de Fabricio Ojeda, luchador social e independentista connotado, así como las demás canciones del icónico grupo dedicadas a las causas sociales de América Latina, entre ellas, canciones como “Latinoamérica”, “Calma Pueblo” y “Esto no es América” (“Estoy Aquí”), que tanto se escuchan las marchas de la juventud y del pueblo panameño contra la minería en 2023. Es reconocida la influencia del pensamiento de Residente Calle 13 sobre Bad Bunny.

Hoy, en Panamá, cuando algunos elementos pro yanquis ceden a las amenazas de Donald Trump, debemos tener presente la última producción musical de Bad Bunny, estando claros que de concretarse las amenazas de Trump contra Panamá, sería reinstalado el complejo militar gringo y el control directo de la Vía Acuática, todo lo cual sería una influencia nociva, perversa, contra la autodeterminación del estado y la sociedad panameña, así como un peligro a para nuestra identidad, tal como sucede al pueblo originario de Hawaii y el propio Puerto Rico, flanqueado por la gentrificación inducida desde Estados Unidos con el objetivo de socavar el tejido popular y fortalecer la colonia e incluso, la posibilidad de anexión.

Cuántos hermanos y hermanas de Puerto Rico anhelan y luchan por ser verdaderos ciudadanos con plenos derechos políticos, con capacidad de elegir a sus propios presidentes, y ser parte de un estado formalmente independiente, soberano, con su propia Constitución. Cuidemos y sin duda, mejoremos, lo que hemos alcanzado en Panamá en términos de soberanía nacional y con apego al principio de la no injerencia de fuerzas extranjeras en nuestros asuntos, construyamos un estado panameño de mayor equidad, justicia social y progreso.

La experiencia de Puerto Rico y Hawaii hay que tenerlas presente, nos recuerdan a los zonians canaleros del pasado, casta segregacionista yanqui. Esas reflexiones nos permiten comprender que el colonialismo y el neocolonialismo que promulga Donald Trump, quien busca ser dictador sobre todo el continente americano, son tácticas de dominación oprobiosas contra el proceso histórico del pueblo de Puerto Rico y que nuestro noble pueblo panameño no debe ni puede, bajo concepto alguno, aceptar. Nuestra independencia no se negocia.

El Canal es panameño.. No a las amenazas de Trump contra Panamá.

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