El país padece una situación social compleja, una recesión económica, probablemente la mayor caída del PIB en la historia, un alto desempleo (25%) y un repunte exponencial de contagios de Covid-19.
Las causas de esta crisis son: la pandemia y la insuficiente diversificación de la matriz productiva del país.
El bono solidario apareció como un paliativo para solventar a la población financieramente afectada por el recesión. Actualmente se está planteando restringir este bono a los menores de 25 años.
Ante esto es necesario lo siguiente:Es fundamental reforzar la comunicación y la difusión sobre el status y las posibilidades de las finanzas y la tesorería públicas. Ya que la recuperación de la economía está soportada principalmente por el gasto público.
La solidaridad estatal y nacional en esta crisis debe incluir al segmento de la juventud que logre demostrar que ha perdido su empleo (formal o informal) en la recesión, que esté estudiando o que sean madres solteras.
Ya que son parte de la vida productiva del país o tienen dependientes en edad infantil. Los bonos de los jóvenes ayudan a complementar el ingreso familiar y a financiar el acceso a Internet para estudiar. Esta ayuda contribuye a mantener el consumo privado, vital para sostener la demanda agregada y reactivar la economía. Además de ser inversión indirecta en la formación del recurso humano nacional.
A los jóvenes que no estudien, ni hayan trabajado (comúnmente llamados “Nini’s); dependiendo de la capacidad de la tesorería y las finanzas públicas, se les puede dar la opción de recibir una parte del bono (quizás un monto inferior) con una contraprestación a cambio. Deben brindar algún servicio comunitario. No es sano para el país premiar la ociosidad.
Deben aprovecharse las próximas semanas para recolectar la información que permita optimizar la entrega del bono solidario evaluando los casos y las circunstancias en general.
Opinión de: René Bracho
(Economista y Profesor).