Por Jorge I. González Lic. en Derecho y Ciencias Políticas
En las últimas semanas una serie de acontecimientos fundamentales han ocurrido a nivel de la geopolítica y la economía mundiales. Uno de esos acontecimientos es la reciente reunión del grupo BRICS de naciones. A nuestro parecer, dicho encuentro figura entre los más importantes hechos de la post Guerra Fría, como veremos.
Cada vez más es mayor el número de estados y gobiernos que optan por la diversificación de sus relaciones económicas y políticas con el interés de rebasar la dependencia unipolar respecto a Estados Unidos, potencias y satélites de Europa Occidental, las fuerzas del Atlántico Norte, que en los últimos siglos de historia han sido el centro hegemónico del poder mundial.
Nos referimos a la conjunción de antiguas potencias mercantilistas coloniales y neo coloniales de carácter capitalista imperialista, que transitaron un proceso de acumulación y concentración de hegemonía mundializada en lo político, económico, militar e incluso, cultural, que transcurrió entre los siglos XV al XX. Lapso de dominio que hoy arrastra un evidente desgaste y agotamiento, con lo cual se achica y reduce el campo de control y dominio de la hasta ahora correlación hegemónica.
La coordinación de naciones aglutinadas en el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) fue creada en los años noventa del siglo pasado (XX) con el fin de contraponer los intereses de estados correspondientes a sus economías emergentes y alternas a las líneas hegemónicas de las potencias del Atlántico Norte. Tras la caída del Muro de Berlín, los cambios en Europa Oriental, la desintegración de la Unión Soviética y las agresiones militares de las potencias del Atlántico Norte contra Panamá, Yugoslavia e Irak, y el auge de las ideas neoliberales y globalistas imperiales, la propuesta de coordinación BRICS buscó crear las bases de una correlación de carácter multipolar, contrapuesta al esquema unilateral y unipolar encabezado por Estados Unidos y sus aliados de la Europa Occidental.
Hablamos de las grandes potencias capitalistas del Atlántico Norte, aglutinadas en el grupo G7.
Paralelamente, allende a las fronteras de los países el BRICS, pero en contacto con estos, otros actores nacionales y políticos de los países ex coloniales y capitalistas dependientes, periféricos a los centros de poder, fueron impulsando la agenda de intereses del sur global para contrarrestar la hegemonía capitalista de las potencias imperiales el Atlántico Norte.
De esa manera, los procesos políticos antimperialistas de Venezuela encabezado por Hugo Chávez, estrechan relación con la Cuba socialista dirigida por Fidel Castro e impulsaron juntos una intensa geopolítica de relacionamientos entre estados y fuerzas anti hegemónicas, orientados a consolidar una arquitectura multipolar de las relaciones internacionales. Uno de los grandes legados del ciclo progresista latinoamericano de la primera década del siglo XXI.
Los excesos expansionistas de las potencias del Atlántico Norte imbuidos del sectarismo unipolar superada la Guerra Fría y los efectos belicistas instrumentalizados del 11 S, convencieron a sectores de la opinión mundial en torno a la necesidad de fortalecer esquemas de carácter multilateral que sirvieran de balance a los excesos hegemonistas de las potencias coloniales y neo coloniales. La República Popular China se robustece en las primeras décadas del siglo XXI y se convierte en país potencia, siendo un ferviente impulsor de la agenda multipolar.
La invasión a Libia marcó el cenit de las acciones agresivas unilaterales del bloque unipolar hegemónico, en tanto que el fracasado intento de Estados Unidos y sus aliados del Atlántico Norte, por invadir a Siria y derrocar a su gobierno producto de la oposición de la Federación Rusa, constituye un antes y después que marca el límite del bloque hegemónico unipolar. El 24 de agosto de 2023, el grupo BRICS tomó la decisión de ampliar su membresía a un número significativo de estados, seis nuevos miembros, constituyendo este hecho en una de las principales noticias geo estratégicas del actual siglo.
Así las cosas, en su última reunión, el BRICS se amplió a estados como Egipto, Etiopía, Irán, Argentina Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, estos dos últimos tradicionales socios de Estados Unidos, que, no obstante, han establecido un diálogo con la República Islámica de Irán, históricos antagonistas regionales, con la República Popular China como mediador, tras años de aguda confrontación por la influencia político religiosa en Oriente Medio.
Los BRICS con esta expansión tienen ahora a varios de sus miembros dentro del G-20, de las 20 principales economías del mundo. El BRICS se constituye en una alianza (con perspectiva de crecer aún más) con más habitantes que el G-7, además, con sus nuevos miembros (a partir de 2024) el BRICS poseerá uno de los índices PIB más altos del mundo y reunirá las reservas de petróleo más grandes del mundo y representará una potencial correlación de efectivos militares superior al número de uniformados aglutinados en la OTAN, el brazo militar delas potencias del Atlántico Norte, lideradas por EEUU.
El BRICS en la actual etapa de ampliación constituye un claro desafío al afán de las potencias imperialistas de Europa occidental y América del Norte (EEUU y Canadá). En África, una oleada pocas veces vista de rebeliones militares, acompañadas de fuerte apoyo de masa popular, ha traído consigo el derrocamiento de gobiernos locales oligárquicos alineados al imperialismo francés. Al igual a como sucedió en Siria, en las naciones africanas impactadas por el terrorismo, identificaron a Rusia como un aliado eficaz para combatir al integrismo mercenario financiado desde las capitales de las potencias del Atlántico Norte y su punta de lanza en Medio Oriente, el estado de Israel.
Diversos gobiernos africanos han optado por impulsar relaciones multilaterales con Rusia y China Popular, buscando crear relaciones internacionales que permitan la cooperación para el desarrollo y la diversificación progresiva de sus economías, lejos del apetito voraz colonial y neocolonial de las trasnacionales europeas y norteamericanas. Expresión de las fuerzas productivas aplicado al campo de las direcciones políticas de los estados nacionales, buscando relaciones con naciones más robustas industrial y tecnológicamente, pero desde un enfoque de respeto, que consolide la cooperación internacional y la transferencia de tecnología sin el control absolutista de las potencias capitalistas hegemónicas. El nuevo paradigma.
Estos acontecimientos, en el entorno del BRICS, fortalecen la contradicción en la senda de la tendencia al multilateralismo y multipolaridad como respuesta de vastos espacios al modelo único impuesto desde el Atlántico Norte. Los intentos de las potencias del Atlántico Norte por aislar a Rusia en el marco de la situación de Ucrania e imponer una narrativa parcializada contra Moscú, no han tenido éxito, pues a todas luces es palpable el asedio creciente de las huestes militares del Atlántico Norte, mediante la OTAN, teniendo por objetivo la estabilidad de la Federación Rusa.
Los BRICS no es una alianza de carácter ideológica y tampoco un acuerdo de estrecho alianza entre los estados integrantes. Entre sus miembros también hay intereses divergentes y contradicciones. Sin embargo, lo rescatable de la coyuntura histórica que representan los BRICS, es como desde sus diferencias, se visualiza desde un bloque de naciones la necesidad común de construir un mundo de relaciones internacionales fundamentadas en una mayor inclusión y equidad entre estados, en oposición a la tradición supremacista de las potencias occidentales y más específicamente, del Atlántico Norte.
La contradicción que expresa el BRICS y el G7 de una u otra manera también expresa la macro contradicción entre el imperialismo (vanguardizado por el capital financiero) y el Estado Nacional como forma de los estados y pueblos de organizar sus recursos con apego a la independencia y la soberanía nacionales. Los BRICS representan el desarrollo del Estado nacional mientras que desde el G7 se impulsa la desarticulación de los estados nacionales de cara a su debilitamiento y fraccionamiento, para el apoderamiento de las riquezas por las empresas transnacionales, principalmente, europeas y norteamericanas
Los BRICS y la multipolaridad no implican per se la solución a los graves problemas derivados de las contradicciones del capitalismo mundial, pero una modificación en la geopolítica-económica de la correlación de fuerzas mundial, de un mundo unipolar a uno de carácter multipolar, ayuda a un debate más balanceado, inclusivo, y abre espacio a que las fuerzas sociales progresistas puedan avanzar posiciones desde la ruptura con el imperialismo, canalizando la discusión sobre los modelos de desarrollo, la lucha contra la pobreza, economías sostenibles y socialmente justas, junto a la lucha de la humanidad contra el cambio climático.
Así, la comunidad internacional se acercará más a las necesidades acuciantes de los pueblos, que a los centros de poder hegemónico concentrado en unas pocas naciones, transnacionales y familias multimillonarias. Son contradicciones que apuntan a la necesidad estratégica de coordinar las fuerzas productivas a escala mundial para beneficio de todos los pueblos.
Para Panamá, los BRICS representan un abanico amplio de nuevas oportunidades económicas de diversificación y de intercambio para el avance de nuestro país. Ello pasa por una transformación de la supra estructura de decisiones vitales de la nación, que corresponda a las fuerzas productivas con sentido nacional, lo cual abordaremos en otro artículo.