Mire hacia ambos lados, no pude esquivarla. Era ella, una chica con la cual salí hace unos años.
Recuerdo como si fuera ayer, cuando en una tarde lluviosa nos dijimos “Buena suerte y hasta luego”, fue algo difícil pero necesario.
Yo crucé la calle sin mirar atrás. Desde ese día nos evitamos mutuamente, a pesar de que eso fue hace más de una década, el hasta luego nunca llegó.
La química no fue suficiente, ella muy creyente, yo un casi ateo precoz. Ella muy centrada y yo muy bohemio.
Nunca pregunte por ella, no hubo llamada, ni un email…
Ella se vislumbraba como jueza, fiscal o magistrada y yo un leguleyo más.
Las cosas entre ella y yo iban más que bien hasta que se impuso el que dirán y la posición social.
Esa tarde de lluvia me dijo “me voy a casar con Fernando”, yo le respondí “Buena suerte y hasta luego”