Por Jorge I. González
Ahogado
El martes 1 de octubre de 2024, en México se llevó a cabo la ceremonia de traspaso del mando presidencial, por parte del expresidente, Andrés Manuel López Obrador, quien entregó la conducción formal del ejecutivo del estado mexicano, a la ingeniera Claudia Sheinbaum, científica, docente de la universidad oficial, (UNAM), ingeniera de profesión, activista social de derechos humanos, ambientalista, y una calificada militante de proyección política. Claudia ganó las elecciones de 2024 con un aplastante 60%, el más alto de la historia de México.
La trayectoria personal y colectiva, orgánica, de Claudia Sheinbaum, presidenta de México, es un ejemplo de compromiso social de origen universitario, académico y profesional, con la política electoral y la lucha por la conducción del Estado, en contraposición a las elites tradicionales liberales-conservadoras.
El acontecimiento del traspaso de mando presidencial implica por sí mismo, un hecho sociopolítico y cultural de especial simbolismo para México y América Latina: el ascenso a la dirección política institucional del estado, de la primera mujer en más de 500 años de historia de Mèxico como nación, tal como así lo declaró la propia Claudia Sheinbaum, en su discurso de toma de posesión como jefa de Estado.
Se trata de uno de la escena de relevo político generacional más paradigmáticas que hemos podido observar en los últimos tiempos. Andrés Manuel López Obrador, conocido por el pueblo mexicano como AMLO, dirigente legendario de la izquierda política electoral mexicana, transfirió la conducción de la nave estatal a su más importante cuadro político de relevo, Claudia Sheinbaum, hija de luchadores universitarios de Tlatelolco (1968).
Claudia fue, además, dirigente estudiantil en la huelga de la UNAM de 1986, uno de los primeros movimientos estudiantiles de masas contra el Neolineralismo, en los 80 del siglo XX. Hoy Claudia es esposa, madre y abuela, junto a sus trascendentes responsabilidades políticas al frente del proyecto político y del gobierno de México, uno de los países de mayor peso geopolítico y económico del hemisferio occidental. Mejor posicionado como país tras los seis años de gestión de AMLO.
Claudia comenzó a unir caminos con AMLO cuando ambos apoyaron la candidatura progresista de Cuauhtémoc Cárdenas, en 1988, tras su ruptura con el PRI. Se hicieron denuncias de fraude en aquella ocasión. En la elección de 2006, Claudia conoce a AMLO, siendo candidato presidencial sucesor de Cárdenas. El resultado de 2006 fue robado a AMLO mediante un burdo fraude que marcó una diferencia del 0,05 por ciento.
En 2012, Claudia acompañó a AMLO en un segundo revés electoral presidencial. Posteriormente, Claudia Sheinbaum resultó electa por voto popular para el cargo jefa de gobierno del distrito capital, una de las metrópolis más grandes y habitadas del mundo. Tras aquella coyuntura electoral presidencial de 2012, Claudia tomó la decisión junto con AMLO y la base social militante, de convertir al movimiento social MORENA, su plataforma, en un nuevo partido político. En 2018, debido a su persistencia y liderazgo popular, en su tercera elección, AMLO logra obtener la victoria presidencial de manera indiscutible e irreversible, obteniendo el 58% de los votos, llegando finalmente a la presidencia de la nación. Se iniciaba lo que AMLO llamó la Cuarta Transformación. La primera transformación fue la independencia de España, a comienzos del siglo XIX. La segunda transformación fue la lucha de Benito Juárez por la reforma liberal del Estado y el combate a la invasión francesa de la mano con la restauración monárquica con el emperador Maximiliano de Austria, títere de Napoleón III. La tercera transformación fue la revolución mexicana de la primera mitad del siglo XX. La cuarta transformación, encabezada por AMLO y ahora Claudia Sheinbaum, es la política económica post neoliberal y la retoma de la soberanía del estado nacional.
AMLO y Claudia, junto a millones de mexicanos, con dicha decisión de crear un nuevo ente político, se alejaron por completo del Partido de la Revolución Democrática, PRD, el cual a su vez, provenía históricamente de la ruptura de AMLO y Cuauhtémoc Cárdenas, más sus seguidores, con el Partido Revolucionario Institucional, PRI, en 1988, recordemos, año de elecciones fraudulentas.
El rompimiento fue el producto de contradicciones ideológicas y políticas derivadas del rechazo a la propuesta de gobierno neoliberal del PRI, el corroído partido que en algún momento fue heredero de la revolución de tipo republicana nacional mexicana, que a la postre degeneró en mero instrumento de dominación de las elites burguesas de la sociedad mexicana, traicionando el legado de grandes figuras como Lázaro Cárdenas, padre del antes mencionado, Cuahtemoc Cárdenas, conductor político de AMLO en sus primeros años de política.
El gobierno de AMLO se caracterizó desde el 2018 por rescatar el discurso de la dignidad del pueblo y la defensa de la independencia del Estado nacional mexicano. Se retomó el principio de autodeterminación nacional como eje de la política exterior, se opuso a la línea hegemónica de Estados Unidos en América Latina y al discurso de la derecha continental, rechazando las sanciones económicas y las campañas de aislamiento internacional contra pueblos hermanos latinoamericanos, que tomaron la opción de impulsar procesos progresistas y revolucionarios.
Cumpliendo así, de esa forma, el gobierno de AMLO, tanto una contención continental a la derecha y como una senda de transición y puente entre el primer y segundo ciclos progresistas y de izquierda, sirviendo de contrapeso a los retrocesos que representaron Bolsonaro de Brasil, Macri en Argentina y el golpe electoral contra Evo Morales en Bolivia. Deploró en todo momento los bloqueos y amenazas de invasión de Estados Unidos a Cuba y Venezuela.
Las políticas sociales de AMLO y que también defendió Claudia Sheinbaum significaron el retroceso de la pobreza en México, la puesta en práctica de proyectos sociales en educación, salud, transporte y vivienda, enfocados en los sectores populares, olvidados tras los sexenios del PRI y el PAN. El pueblo aumentó su nivel de conciencia política y su organización. El gobierno dejó de ser un aparato de exterminio de dirigentes sociales y aumentó el salario mínimo en una proporción admirable. Claudia Sheinbaum expresa hoy su disposición a mantener las políticas sociales de estado nacional de su maestro político, y profundizarlas, para ensanchar los derechos sociales. Esperamos así sea.
Finalmente, queremos resaltar una lección política que consideramos importante. La evolución de AMLO y especialmente, la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, son factores que remarcan la puesta en práctica de una senda que otros ya han transitado y que vale la pena reiterar, que viene a ser la concatenación y unión de las luchas económicas, sociales y reivindicaciones sectoriales, con lo que viene a ser la organización del proyecto de poder y la lucha política, electoral de ser necesario, para transformar las condiciones de vida integral del pueblo y la nación.
La condición de ex dirigente estudiantil y profesora universitaria, nos referimos a Claudia Sheinbaum, evoca urgente el compromiso fundamental de quienes educan en las universidades públicas, con la organización del pueblo,
una transformación social de los pueblos de Nuestra América, como la llamó José Martí.