A las 11 de la noche de un lunes recibí una llamada de esas que nadie quiere escuchar. ¿Usted es … conoce a Juan?, él sufrió un accidente, está en urgencias del Santo Tomas.
Juan es mi primo, si fuera otra persona no hubiera acudido tan rápido.
Llegué al lugar abrumado, deben imaginarse las noches de en un hospital popular como ese. En la recepción me informan que un borracho se pasó una luz y chocó a Juan.
La noticia me cae de la patada, la enfermera me dice que está en salón de operaciones y que solo queda esperar.
Salgo del lugar, da pánico al ver gente llorando a sus familiares y demás.
Diviso a un vendedor de cigarros pido una cajetilla y un encendedor. No sé hace cuánto no fumo, pero me engaño de que voy a calmar los nervios.
Me pongo a caminar cerca del área sin darme cuenta. En la esquina a pesar que pasan constantemente policías a pie o en las patrullas, veo dos drogadictos fumando crack.
Paso unas cuadras cerca de dos embajadas, están las clásicas mujeres de la noche ofreciendo pasión por algo de vil metal.
Camino un poco más a ver si encuentro un bar de esos que hay por la zona… De pronto una chica de las que están en el parque cruza se me acerca y me dice en una voz muy baja… Amigo creo que estás en el lugar y hora equivocado.
La mire y le preguntó ¿Cómo sabes eso? -Cuando era más joven caminaba a cualquiera hora por esa área-. Sin dudar me responde, eres guapo y no tienes cara de que eres de los que paga por sexo.
Me mira detenidamente para luego decirme: “Ven conmigo si no te van a robar”, le respondo que eso no me asusta.
Por alguna extraña razón le digo que me acompañe al bar del español que está cerca. Tal como lo pensaba, la cantina esta igual que en 1997 cuando entre por primera vez, cuando era un imberbe.
Pido un trago de vodka y ella pidió una cerveza nacional, sonriendo me dice que está trabajando.
Ya relajados ella cruza las piernas y me dice, bien al parecer si conoces por aquí, aunque hace mucho que no vienes.
Le conté lo de mi primo y algo de mí, se sonríe y coquetamente me pregunta. ¿No quieres saber más de mí?
Mi respuesta fue no, ya sé mucho de ti, aunque no lo creas. En el lugar siento un aroma algo peculiar, me traslade unos años atrás cuando no era abogado.
La dama de la noche me comienza a interrogar: ¿En qué piensas?. Me eche a reír antes de contarle sobre esas noches de pasión que pase en los moteles de ocasión que hay cerca entre avenida Cuba y México.
Recuerdo claramente que una noche estaba en una habitación con Jimena, ella le encantaba complacer en todos los sentidos. Digamos que es aficionada al karaoke a capela. Bueno en medio de aquello escucho el sonido de una moneda caer, la cual increíblemente pasa por la pequeña rendija de la puerta. No dejo que esto me robe la calma mientras Jimena me complace.
En seguida alguien afuera comienza a tocar la puerta desesperadamente, la pobre Jime da un salto y se mete al baño del susto. Tomó el teléfono llamo a la recepción, le explicó a la recepcionista la situación y me dice que va a ver qué sucede.
Luego devuelve la llamada: “Joven es un niño y está asustado por los ruidos que salen de su habitación, piensa que si alguien se está ahogando”. En serio, un niño, oiga joven quien trae al hijo a un lugar como este, si saben a lo que uno viene aquí.
Al final termine mirando una película ya que Jimena no quiso más nada. Luego de esta anécdota regreso a ver cómo está el tonto de Juan.
Por suerte todo salió bien.