Por Mólotov Lautaro
En materia de política internacional la más mínima chispa puede ocasionar un conflicto de proporciones inesperadas.
A inicios del siglo XX el Imperio Austrohúngaro estaba en su ocaso, producto de las diferencias entre los integrantes del macro estado multinacional y étnico.
El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, y de su esposa, la duquesa Sofía Chotek, en Sarajevo, capital de la provincia imperial de Bosnia y Herzegovina, marcó el inicio de la Primera Guerra Mundial.
La Primera Guerra Mundial dejó una fuerte crisis económica. Así como la desarticulación de cuatro imperios el alemán, el ruso, el austrohúngaro y el otomano, y se formaron nuevos países, lo que modificó la demografía de Europa central. Sin contar los millones de muertes a causa del conflicto.
En nuestro país existen varios precedentes como el del asesinato de archiduque.
El 15 de abril de 1856 el no pago de una tajada de sandía, culminó con una explosión social entre el Estado Federal de Panamá y civiles estadounidenses.
Jack Oliver quien estaba de paso por el istmo de Panamá, se comió un pedazo de sandía y se negó a pagarle al panameño José Manuel Luna.
Luna exigió el pago de los cinco centavos de la fruta a Oliver, el cual le respondió sacando una pistola para amedrentar al vendedor. Luna desenfundó un puñal para cobrar el dinero. Un amigo de Oliver saldó la deuda.
Todo debía quedar allí, sin embargo, un peruano llamado Miguel Abraham, le arrebató a Oliver el arma, lo que desencadenó la reyerta.
Según los recuentos de la época el llamado “Incidente de la Sandía” culminó con 16 muertos y 15 heridos del lado estadounidenses y 2 muertos y 13 heridos entre los locales.
Actualmente existen fuerzas políticas que aspiran a crear un cierto caos para causar una inestabilidad e inclinar la balanza a su favor.
Es evidente como estos sectores -no es solamente una fuerza política-, han tomado el tema de la Constituyente como discurso.
Al igual que la crítica constante contra el actual Gobierno. Si una nube tapa el sol es culpa del Gobierno.
Es de caballeros reconocer los aciertos de la misma forma en que se señala los desaciertos.
Así como Oliver no tenía idea de cómo iba a parar el capricho de no pagar la sandía, estos sectores políticos no tienen la más mínima idea de qué puede pasar si siguen echándole leña al fuego.