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De dónde vengo, a dónde voy…

Por: Kathia Quiel Carreira
Abogada y docente

Estas líneas cobran vida, al cuestionarme, ¿De dónde vengo?, y surge otra pregunta ¿quién soy? Soy el reflejo de cuatro generaciones de mujeres, fuertes, luchadoras, aguerridas, dedicas, amorosas, con principios y valores que marcaron mi vida.

Vengó de las entrañas de mi bisabuela materna, Aurelia González Nieto de Batista, de descendencia indígena, a quién conocíamos como la “abuela yeya”, mujer fuerte, aguerrida y amorosa, iletrada, que aprendió a leer y escribir siendo adulta, dedicada a sus hijos, su esposo y a su hogar, quién lavaba y planchaba para sacar adelante a sus cuatro hijos.

De esta mujer fuerte, nace Josefina Batista González de Carreira, mi abuela “Tita”, mujer negra, dedicada a sus 6 hijos de sangre y uno adoptado, que, frente a todo pronóstico y a sus limitaciones económicas, rompe el prototipo de ama de casa, y se gradúa de Técnico en Enfermería, profesión que ejerció hasta jubilarse, estuvo al servicio de los más necesitados, trajo al mundo a muchos niños, ya que era buscada como partera. Su mayor pasión, el servir. Le encantaba leer la obra clásica de Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, como te extraño, pero aún recuerdo con mucho cariño, todas sus enseñanzas y sin duda, como trenzaba su cabello blanco, corto y cuscús.

Mi madre, Dorinda Carreira Batista de Quiel, mujer admirable, fuerte, trabajadora incansable, exigente, estricta, honesta, responsable y amorosa, quién estudia Ingeniera y Técnico en Informática, y a pesar de ello, dedicó parte de su vida a la crianza de sus tres hijos y de mis dos hermanas paternas, tiene múltiples habilidades, entre esas ser maestra de sus hijos y nietos, de ella heredé la docencia. Mi madre me enseñó, que el cielo es el limité, a no darme por vencida, que no se necita ser hombre para hacer trabajos de hombre y ser tan delicada a la vez.

Y quién diría que mi madre y yo, siendo hijas, nietas y bisnietas, de una descendiente de india y una mujer negra, podríamos ser blancas. Esto nos dice que somos mujeres, más allá del color de piel o de la raza, con muchos valores éticos y morales, que hemos salido adelante rompiendo paradigmas, desde ser iletradas a ser mujeres cultas y profesionales.

¿Y quién Soy?

Soy la bisnieta de “Yeya”, la nieta “Tita” y la única hija mujer de “Doris”, me convertí en una mujer tenaz, fuerte, que nunca se da por vencida, con principios y valores, madre amorosa y dedica, mi máxima de vida, si te caes levántate, no dejes camino por vereda, no te metas en lo que no te importa y no actúes con violencia a la primera. Cuando me preguntan ¿Qué estás haciendo?, siempre respondo conquistando el mundo. Soy abogada de profesión, poseo varios títulos a nivel profesional, pero el mejor título, es ser mujer y madre de mi hija Ana Kariel, a quién le digo, cuando sientas, que no puedes hacerlo, tan sólo recuerda “que tú eres mi hija y si yo pude, tú puedes”, mi compromiso es educarla y pasar de generación en generación, los principios y valores que me enseñaron todas esas grandes mujeres que me anteceden.

Mi mayor pasión servir, estudiar, ser profesora. Y empoderar a las mujeres, ¡Y quién me conoce!, sabe que ya lo hago por instinto.


¿A dónde voy?

Voy, por el camino de la vida siendo mujer, madre, esposa, profesional, y pretendo representar a la mujer panameña donde quiera que vaya, desde esa mujer humilde y sin recursos, hasta motivar a cada mujer, que vale más, luchar por lo que se desea, que seguir, opacando nuestra voz, ¡tenemos derecho a ocupar puesto de liderazgo, ¡Y quien dijo! qué hay que tan sólo criar, educar y hacer las labores del hogar, para ser mujer.

También se puede ser mujer, siendo profesional, empresaria y que tenemos las mismas capacidades, e incluso la fuerza y la inteligencia para liderar un país, lo único que pedimos es ser respetadas, sin ser vulneradas en nuestra integridad, física, moral y social.

Por ello, aunque no estemos en el Día Internacional de la Mujer, felicitó a todas y cada una de las mujeres, y en especial a las mujeres de mi familia, que han hecho posible el que hoy, pueda compartir una pequeña esencia de mi vida, y que gracias a sus luchas hoy puedo tener voz, para poder decirles con mucho orgullo, “de dónde vengo y a donde voy”. Hacer honor a sus vidas y poder representarlas dignamente, ya que soy el reflejo de ese esfuerzo.

Con estas líneas, quiero motivar a cada mujer maltratada, vulnerada, mancillada y menospreciada, en su integridad, física, moral y social, que no se avergüencen de lo que son y que recordemos que todas tenemos una historia, pero que también podemos cambiarla y que ya es hora, de que levantemos nuestra voz y digamos con fuerza, “basta ya de tanta violencia”. Hago un llamado muy especial a todas, para que empoderemos a otras mujeres, a que nos apoyemos mutuamente, para que podemos salir adelante, “que el cielo es el límite” como me decía mi madre, pero hoy puedo decirles, que hay un universo mucho más grande, que el cielo y que podemos cambiar la historia, y a eso hemos sido llamadas.


Kathia Quiel Carreira
Abogada y docente

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