En este día tan especial quiero saludar a todos los presentes y al pueblo panameño. Una mezcla de alegría por este 25 aniversario del Canal en manos panameñas y una tristeza que nos invade por la muerte del ex presidente Jimmy Carter, quien junto a Omar Torrijos y las generaciones precedentes, tuvieron la visión y la nobleza de recorrer el justo camino para que el Canal tuviese la nacionalidad que correspondía, la panameña.
Hace 25 años se hizo la entrega oficial del Canal de Panamá a nuestra nación.
Desde entonces, ha sido motivo de orgullo no solo para los nacionales, sino un ejemplo para el mundo de que una pequeña nación puede hacerse cargo de una responsabilidad tan grande.
En nuestras manos el Canal no ha parado de crecer y son nuestras manos las que aportan en gran manera para que el comercio internacional avance por el camino del progreso, hacia nuevos niveles de grandeza.
Esa grandeza impactó en el comercio mundial, ya que muchos puertos en el mundo han modificado su estructura para brindarle a sus economías más ventajas, con mayor eficiencia y competitividad.
Es por nuestras manos neutrales que las naciones no temen que un Canal del nivel estratégico como el de Panamá, sea o tome parte activa en ningún conflicto. Porque a los panameños nos interesa un mundo más conectado, con un comercio más abierto y con mayor intercambio de bienes entre los países.
No hay otras manos en nuestro canal, más que las panameñas. Pueden estar tranquilos, en nuestras manos se va quedar por siempre.
Hoy vemos la bandera panameña ondear libremente como si hubiese estado ahí por siempre. Es importante que nuestros jóvenes conozcan y mantengan bien presente el altísimo costo de lucha y sangre que implicó izar esta única bandera como señal inequívoca de soberanía. Esa historia de patriotismo debe ser la antorcha inagotable de inspiración y un ejemplo de tenacidad para las generaciones venideras.
Por eso, aunque no me gusta hacer repasos históricos en mis discursos, siento que esta vez es necesario porque veo con suma preocupación el desconocimiento que hay, no solo en nuestros jóvenes, sino en el exterior.
Esta obra es fruto de acuerdos firmados en 1903, que hicieron posible la construcción del Canal, en el marco de nuestra independencia de Colombia, el 3 de noviembre de 1903.
Para hacer realidad esta maravilla de la ingeniería, fue necesario el esfuerzo de más de 56 mil hombres. Más de la mitad de ellos, aproximadamente 31 mil, provenían de las Antillas, mientras que el resto se dividía principalmente entre trabajadores de Europa y de los Estados Unidos, con cerca de 11 mil personas de cada región. Este diverso grupo de trabajadores enfrentó enormes desafíos para completar una de las obras más importantes de la historia.
Durante décadas el Canal funcionó de acuerdo a un tratado concebido en un mundo que ya no existe. Desde su firma, en 1903, han pasado dos Guerras Mundiales, se creó la ONU, que establecía un nuevo orden mundial, donde la igualdad jurídica de los Estados primaba sobre cualesquiera otras consideraciones, históricas o diplomáticas.
Es ahí donde queda claro que el concepto de “perpetuidad” utilizado en ese tratado nunca fue viable ni apegado a la realidad de un país libre y democrático. Esa perpetuidad fue siempre rechazada en el tiempo, y sirvió en gestas nacionalistas a muchos líderes patrios en defensa de nuestra integridad.
El 9 de enero de 1964, los mártires empiezan a reescribir, con valentía y sangre, la historia, al plantar bandera en un icónico paso hacia una nueva etapa de nuestra patria. Se inició, con un gran sacrificio la etapa abrogacionista del Tratado que “ningún panameño firmó”.
Luego, el presidente Roberto F. Chiari impulsó negociaciones más concretas tras la ruptura de relaciones con Estados Unidos, abriendo el camino a la estrategia y liderazgo diplomático del General Omar Torrijos y su equipo.
En el año 1973, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas reunido en Panamá hizo evidente la gran lucha nacional por eliminar ese enclave ignominioso. Esta reunión en nuestro país fue clave en la búsqueda de una solución integralmente justa para Panamá.
También conmemoramos el 50 aniversario del Acuerdo Tack-Kissinger, firmado en la ciudad de Panamá el 7 de febrero de 1974 por nuestro canciller Juan Antonio Tack y el secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger. En él se establecieron los 8 principios de lo que ocurriría en 1999, entre ellos el fin de la “perpetuidad” en la Zona del Canal, y sobre todo, la decisión de llevar a cabo – en un plazo breve – la terminación de la jurisdicción de Estados Unidos de América en territorio panameño.
Pero fue con Jimmy Carter al mando, que las negociaciones avanzaron con voluntad hasta culminar con la firma del Tratado Torrijos-Carter el 7 de Septiembre de 1977, en la sede de la OEA en Washington , cuyo vigencia terminó el 31 de diciembre de 1999 tal y como se pactó.
Con la administracion de Guillermo Endara se realizó un invaluable trabajo de un grupo de panameños, incluidos este Presidente, cuyo esfuerzo permitió establecer una normativa clara y objetiva para nuestro Canal. Nació así el título constitucional del Canal en un marco de genuina unidad nacional, al aprobarse en una Asamblea Nacional de un corte político distinto, durante el gobierno de Ernesto Perez Balladares. Así, comenzamos la historia de poner los intereses nacionales por encima de cualquier interes político sobre temas del Canal.
Toda esta historia y muchos otras que no he citado hoy, me dan la tranquilidad de que tenemos un gran futuro si estamos juntos, uniendo más que dividiendo, trabajando cada vez más fuerte. La clave, una vez más, está en la evolución y no en la involución.
El desafío de hoy es mejorar la administración del agua, logrando un desarrollo sostenible. El reservorio de Rio Indio es una obra imposible de postergar, porque se trata de un tema de interés nacional el aumentar los recursos hídricos para nuestro Canal y una solución al problema que padecen miles de compatriotas a diario: la falta de agua.
Al Administrador del Canal y a su Junta Directiva quiero dejarles en claro que cuentan con el apoyo de este Presidente en las obras y acciones que permitan potenciar, mejorar, modernizar y ampliar el uso de nuestro Canal.
Los panameños logramos que el Canal sea nuestro, luego lo ampliamos y lo convertimos en un servicio clave y rentable para nosotros y para el mundo. Esa es prueba fehaciente de que podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos. Solo debemos ponernos de acuerdo y poner manos a la obra, sin descansar.
Festejemos estos primeros 25 años y les pido que trabajemos para que este Canal sea cada día mejor, pensado a largo plazo y que los recursos que aquí se generen potencien la seguridad social y desarrollo nacional.
Mi corazón no me cabe en el pecho por el orgullo que siento de estar en este emblemático edificio de la Administración del Canal, celebrando esta memorable ocasión. Aquí estuve junto a mi esposa y pequeños hijos ese 31 diciembre de 1999, debajo de aquellos árboles, testificando ese gran día nacional.
Como todos los panameños, profeso una enorme gratitud por quienes lucharon y dieron sus vidas, muchos de ellos, por la soberanía que hoy gozamos. No fue en vano el sacrificio, por eso les rendiremos tributo eterno.
Que viva nuestro Canal, que viva nuestra bandera y que viva Panamá, hoy y siempre dueña del Canal y de nuestro futuro soberano.