Por Jorge I. González Abogado
El pasado 24 de febrero de 2024 se cumplieron dos años del inicio de la llamada “operación especial” de la Federación Rusa y las milicias antifascistas de zonas secesionistas de Ucrania contra el régimen ultraderechista de Kiev. Se trata de la primera conflagración europea de esta magnitud desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
En días recientes, líderes de varios estados europeos pertenecientes a la Unión Europea, atrapados en sus ínfulas supremacistas contra los pueblos eslavos y especialmente, contra Rusia, se reunieron en Paris, con el objetivo de reforzar el asedio geo político militar contra Rusia y a su vez, aumentar el financiamiento con miles de millones de euros al régimen de Kiev en su esfuerzo militar contra Rusia y las repúblicas populares se declararon su ruptura con el estado ucraniano.
El anfitrión de la reunión de jefes de Estado y de gobiernos de Europa, el presidente Macron de Francia, planteó la posibilidad de una presencia militar europea conjunta en Ucrania.
Las elites de Europa, como sucedió en la Primera Guerra Mundial, se lanzan nuevamente a la guerra, instrumentalizados como primera línea de choque desde la distancia, por Estados Unidos. Las declaraciones temerarias e irresponsables de Macron, constituyen una grave amenaza a la paz global y en consecuencia, fueron inmediatamente respondidas por el gobierno ruso de Putin, el cual señaló que un supuesto de esa naturaleza, la situación en el campo de batalla podría arrastrar al mundo a un escalonamiento de la confrontación con grave peligro nuclear.
Haciendo una síntesis muy general del desenvolvimiento de las líneas del frente, la avanzada militar rusa en principio llegó fulminante hasta las periferias de Kiev, capital de Ucrania y además, las fuerzas milicianas antifascistas y tropas rusas penetraron los territorios del Donbás, región asediada por el fascismo ucranio desde 2014, tras el triunfo de la contrarrevolución Maidán.
Las fuerzas rusas y milicias antifascistas avanzaron los territorios del sur para asegurar el corredor terrestre desde Mariópol a Jerson, blindando así el entorno estratégico de la península de Crimea, anexada mediante referéndum a la Federación Rusa en 2014.
Posteriormente, los rusos practicaron el repliegue de la periferia Kiev, como gesto en las primeras conversaciones entre los contendores, lo cual fue saboteado por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania. La apuesta de estas potencias fue y sigue siendo la guerra, para desestabilizar a Rusia y asegurar el negocio de la venta de armas. Pertrechados por occidente y con presencia de mercenarios internacionales, las fuerzas ucranianas se reorganizaron, ante lo cual las fuerzas rusas desarrollaron repliegues ordenados en la zona de Jerson y norte de Ucrania, en la zona de Jarkov.
Ello fue malentendido en occidente como muestra de debilidad del aparato militar ruso y se anunció con bombo y platillo la contraofensiva de Kiev en el sur, región de Zaporiya, presagiándose en las capitales occidentales la destrucción de las fuerzas rusas para mediados de 2023. Los sucesos demostraron la invencibilidad de las defensas rusas, el agotamiento ucraniano y abrió escenario a los sucesos de actualidad en el frente de batalla.
El 5 de junio de 2023 fue la fecha de inicio de la tan esperada contraofensiva ucraniana. Brigadas de modernos tanques entregados por la OTAN a Kiev, avanzaron en la zona sur de Ucrania, mientras se realizaban acciones en Donbás, a manera de distracción.
El mismo día 5 de junio, las fuerzas blindadas ucranianas sufrieron una contundente derrota a manos del ejército ruso y quedó marcado el fracaso de la contraofensiva desde el primer día. Desde Costa Rica, en donde nos encontrábamos participando de un congreso de ciencias sociales, pudimos observar en tiempo real el inicio de la contra ofensiva y su derrota, desde redes sociales.
La derrota de la contra ofensiva de Kiev selló la segunda mitad del 2023. A comienzos de 2024, es retomada la iniciativa estratégica por Rusia, asegurando la victoria militar en Avdiivka.
La guerra de desgastes se convirtió en un boomerang para la OTAN y el régimen de Kiev, y sus fuerzas entraron al momento de este artículo, en una posición de retroceso en diferentes áreas del norte. La ayuda occidental puede llegar tardíamente, acaso 2025, lo cual significa que 2024 será un año marcado por la defensiva de Kiev y de importantes ofensivas para Moscú. La inmensidad de los espacios rusos para una resistencia en profundidad, acompañada del valor del soldado y pueblo rusos, son factores que lograron a lo largo de la historia contener a los ejércitos occidentales que trataron de adueñarse de las colosales riquezas de Rusia, desde la invasión napoleónica del siglo XIX, hasta la invasión alemana de1941.
Incluso, durante la guerra civil de la Revolución Rusa, entre los años 1918 a 1921, varios ejércitos occidentales, entre ellos, Estados Unidos, invadieron territorio ruso para ayudar a las fuerzas antisoviéticas, pero fueron derrotados.
Guerra olvidada de la que occidente prefiere no hablar. La operación especial de la Federación Rusa tuvo como antesala inmediata al incremento de los ataques artilleros de los ultraderechistas de Kiev, contra la mayoría rusa del Donbás Las tendencias ultranacionalistas ucranianas, pro nazis, se mantuvieron bajo perfil tras la derrota de Hitler en 1945 y grupos secretos antisoviéticos fueron financiados desde occidente, hasta el colapso de la Unión Soviética, en 1991.
Stephan Bandera, infame dirigente de las huestes fascistas ucranianas simpatizantes de Hitler y quien organizó acciones de exterminio, junto a los alemanes invasores, contra cientos de miles de judíos, polacos y soviéticos (entre ellos, rusos y ucranianos) es considerado padre de Ucrania, según Kiev.
Las causas estratégicas de la confrontación militar, causas mediatas e históricas, se hallan en la política expansionista de las potencias de occidente, aglutinados en la Organización del Atlántico Norte, alianza militar conocida por sus siglas, OTAN. Quienes hablan de la guerra en Ucrania deben saber que la misma no inició en 2022, con la intervención directa de las fuerzas rusas, sino que fue en 2014, cuando tras el golpe de Estado fascista conocido como Maidán, se desataron bombardeos contra la población de origen ruso y grupos antifascistas del Donbás, región mayoritariamente opuesta al régimen derechista de Kiev.
Millones de personas tuvieron que migrar a Rusia, huyendo de la limpieza étnica y la persecución ideológica.
Éxodo del que no hablan los medios occidentales. En Ucrania, los sectores ultranacionalistas en el poder desde 2014 se dedicaron a campañas de opresión cultural a las minorías.
El número de habitantes de origen ruso y pobladores antifascistas, asesinados por los ataques indiscriminados de las huestes de Kiev, en Donbás, llegó a más de catorce mil (14,000) víctimas, de 2014 a 2022. Cifra de la que poco se habla según la narrativa antirrusa de los medios occidentales, gobiernos imperialistas y sus vasallos. No podemos hablar de lo que acontece en Ucrania, si no profundizamos en las raíces históricas y geo estratégicas, incluyendo los programas de terror cultural contra la población de ideología antifascista, tanto de origen ruso y no ruso. No negamos la concurrencia de intereses económicos y políticos por la Federación Rusa, tratando de sostener su influencia histórica en Ucrania.
Pero un debate crítico requiere de un análisis sesudo, que visibilice a los poderes occidentales aglutinados contra Rusia, un estado de inmensas y codiciadas tierras, en la mira de los imperios occidentales, que bajo distintas formas han intentado tomar por asalto a los territorios del este.
Basta recordar como de 1941 a 1945 fueron asesinados decenas de millones de personas en la antigua Unión Soviética (en Ucrania y Rusia, incluso) a manos de los nazis, cuyos símbolos hoy son vanagloriados por unidades del ejército de Kiev. Recordemos la invasión napoleónica a Rusia de comienzos del siglo XIX y la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial.
Incluso, durante la guerra civil en el contexto de la Revolución Rusa, entre los años 1918 y 1921, varios ejércitos occidentales, entre ellos el de Estados Unidos, invadieron al territorio ruso con el objetivo de ayudar a las fuerzas internas antisoviéticas, sin embargo, fueron derrotados. Invasión frustrada de la que occidente prefiere no comentar.
Las tendencias ultranacionalistas ucranianas durante la época de la URSS y tras la Segunda Guerra Mundial, se mantuvieron bajo perfil y grupos secretos de agentes antisoviéticos fueron financiados desde occidente, y al colapso de la URSS, consideraron llegado el momento.
Stephan Bandera, infame líder de las huestes de ucranianos simpatizantes de Hitler, y quien organizó operaciones de exterminio junto a los alemanes invasores, contra judíos, polacos y soviéticos, es hoy considerado el padre de la Ucrania moderna, según el poder fascista en Kiev. Con el fin de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, cundió la opinión que la OTAN desaparecería al dejar de existir el Pacto de Varsovia, alianza político militar de los estados socialistas de Europa Oriental, junto a la ex URSS.
La OTAN se mantuvo y replanteó su rol en función a la preservación de la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados, en el siglo XXI.
Pese a la desaparición de la Unión Soviética, la Federación Rusa siguió siendo considerada un objetivo a conquistar por las potencias, anhelando sus inmensas riquezas.
No obstante, en las primeras décadas de este siglo XXI, de los abusos del unilateralismo y el predominio de Estados Unidos en la política internacional, de la mano ello a la imposición del modelo neoliberal como receta de los centros de poder financiero, emergió la geopolítica multipolar como respuesta al mundo unipolar. Rusia y China Popular se convirtieron en grandes potencias.
Eclosionó de las luchas antineoliberales de los pueblos, el bloque progresista latinoamericano, desde la impronta histórica de Chávez, en 1998. Aunado, salieron a relucir resistencias anti hegemónicas de estados como Irán, Corea del Norte, Siria, además de los grupos del eje de la resistencia en Medio Oriente.
La consolidación y expansión del BRICS, y el G 77 más China, constituyen paradigmas de nuevas formas de asociación entre estados que propugnan un modelo multilateral de relaciones internacionales basado en la cooperación y el intercambio para el desarrollo con apego al respeto a las independencias nacionales estatales. Estos hechos fueron configurando la tendencia al mundo multipolar, contra el pensamiento único neoliberal de Estados Unidos y sus potencias europea aliadas, que añorantes del pasado colonial, hallaron en el neoliberalismo una forma de desproteger a los estados nacionales, reducir drásticamente los aranceles, en beneficio de las mega corporaciones transnacionales. Más recientemente, destacamos la ola de movimientos anti hegemónicos que se han hecho con el poder en varias excolonias de África, expresa pueblos que se levantan por su libertad, estableciendo soberanamente lazos con Rusia y China Popular, potencias emergentes que desde la mirada africana, hacen contrapeso a los ex poderes coloniales.
El hambre de riquezas por parte de las potencias del Atlántico Norte y sus corporaciones, deseosas de explotar las vastas riquezas de Rusia, siguen allí.
La contraofensiva ucraniana financiada por Europa occidental y Estados Unidos fracasó y ahora Rusia junto a las milicias antifascistas, retoman la iniciativa estratégica en el norte de Ucrania. Los estados europeos con una gran dificultad pueden sostener la ayuda económica al régimen de Kiev, igual, Estados Unidos.
A la euforia inicial, sigue el descontento popular debido a la alta cantidad de recursos multimillonarios que se invierten en la guerra.
No se trata únicamente de un conflicto entre Kiev y Moscú, sino que es un choque entre las fuerzas que proponen, por un lado, perpetuar la hegemonía de las viejas potencias y aquellas fuerzas tanto económicas, políticas y militares, que por el otro lado, plantean la construcción del mundo multipolar y una correlación internacional basada en el intercambio justo y el respeto a la soberanía de las naciones.
Las alianzas ofensivas como la OTAN deben desaparecer. Es una organización belicista, al servicio de gobiernos poderosos y trasnacionales capitalistas. Ninguna negociación paz puede llevarse a cabo tan solo en clave local, hay que abordarlo también en clave internacional.
Poner fin a las campañas de asedio y bloqueo contra la Federación Rusa y todos aquellos países que defienden su soberanía y demandan un trato digno.