Por: Marcos Castillo Pérez
Salí de Bangkok con rumbo a Dubái en los Emiratos Árabes para una corta estancia y de allí a mi destino; El Cairo, la capital de la República Árabe de Egipto. Al-Qahira en árabe que significa; la triunfante. El Cairo fue fundada en el siglo x siendo una de las ciudades más antiguas del mundo y es considerada por la UNESCO como una de las ciudades excepcionales del planeta debido a la riqueza y supervivencia de su patrimonio arquitectónico, artístico y urbano.

Es una ciudad llena de contrastes, el polvo del desierto cubre parcialmente sus autopistas atestadas de vehículos y baña el exterior de sus edificios formando parte del paisaje de una ciudad que nació en medio del desierto y que sin embargo, debido a su ubicación en el valle del rio Nilo se puede decir que es un gran oasis con abundante agua dulce y tierras fértiles.

El primer día visite la ciudadela de Saladino, llamada así en honor a este sultán que gobernó Egipto y que lideró batallas contra los ejércitos de las cruzadas cristianas a quienes derrotó. La ciudad fortificada fue la sede de los gobernantes egipcios y sus murallas los protegieron de los invasores europeos. Entre sus edificaciones destaca la famosa mezquita de Mohamed Alí, un impresionante templo que se distingue por estar cubierta en su exterior por alabastro lo que resalta el brillo de su estructura. Alberga en su interior una hermosa decoración con azulejos y grandes lámparas, construida por el gobernador otomano Mohamed Alí quien gestionó importantes cambios en la ciudadela y a quien se le considera uno de los artífices de la transformación de Egipto a la modernidad.

La siguiente parada fue en el museo egipcio de El Cairo, un lugar que alberga buena parte de la historia del país, una gran colección de antigüedades, así como tesoros y reliquias entre ellas objetos de la tumba del faraón Tutankamón. Es el museo arqueológico más grande del mundo.

Otro sitio imperdible en una visita a Egipto es el bazar de Khan el Kalili que funciona desde el siglo XIV, un verdadero laberinto donde se puede encontrar todo tipo de artesanías, joyas, artículos de cuero, especias y miles de souvenirs. Visitar este mercado es una oportunidad única para interactuar con el egipcio promedio, apreciar los tesoros artesanales que se exhiben y saborear una taza de té de menta o té negro o también el de hibisco, una aromática infusión de flores secas. La comida egipcia es exquisita, sus porciones generosas y los precios son moderados.
En Egipto a diferencia del sudeste asiático no tuve compañeros de tour fijos, sino que cada día me toco interactuar con personas y grupos diferentes, tanto gente de América como de Europa, por la noche viví la experiencia del crucero por el Nilo y allí departí con dos agradables chilenas, una simpática pareja de México y una de Portugal con los que tuve que poner mi memoria y oídos a prueba para “falar portugués” peninsular, la pasamos muy bien en este recorrido por el segundo rio más largo del mundo y arteria fluvial más importante del país. La famosa danza del vientre, ejecutada magistralmente por bailarinas egipcias formó parte de la entretenida fiesta que incluía un delicioso buffet en el que destacó la comida mediterránea y del norte de Africa.

El día que me correspondía el tour a las pirámides no tuve la compañía de otros turistas así que fui privilegiado con un guía exclusivo; Mohamed Derbala, un egipcio apasionado por su trabajo, que me mostró y contó cada detalle sobre la historia de las tres grandes pirámides en la meseta de Guiza. De la de Keops me dijo: que es la más grande, que su construcción duro cerca de 40 años y que corresponde a la tumba del faraón Keops, construida con bloques de piedra caliza y orientada hacia los cuatro puntos cardinales.

Llegamos temprano y mi diestro guía Mohamed tiene una forma muy particular para realizar el tour y es que iniciábamos a la inversa de los demás, lo que me permitía tener mas espacio y tiempo para admirar este monumental lugar y captarlo en imágenes. Estar frente a las pirámides genera una sensación indescriptible, es como poder ver de cerca y palpar un coloso sobre el que leímos, que soñamos con conocer y que finalmente se hizo realidad, puesto que no se trata de un monumento arquitectónico común, sino de la mas famosa de las siete maravillas del mundo antiguo y la única que aun existe.

La pirámide de Kefrén es la segunda por su tamaño, corresponde al faraón con ese nombre y que era hijo del faraón Keops. La de Micerino es la tumba del faraón Menkura o Micerino, esta última es la pirámide más pequeña, no obstante, durante su construcción se introdujeron nuevos elementos como un revestimiento con granito rosado de la ciudad de Asuán y piedra caliza de la ciudad de Tura lo que la hizo llamativa.

Al llegar al lugar se divisa la gran esfinge que precede a las pirámides y que pareciera como que las custodiara, allí inicia el recorrido que está muy bien coordinado, lo cual debo destacar, ya que antes de este viaje vi algunos videos que advertían sobre un lugar caótico donde el turista es asediado por vendedores. No digo que no pueda ocurrir, pero le suele pasar a visitantes que se aventuran solos sin conocer el país y a otros que con el ánimo de crear contenidos negativos para llamar la atención y generar polémica, incluso ponen en riesgo su seguridad, algo que está de moda en las redes sociales y que hacen en cada lugar que van. Mi experiencia en la visita a las pirámides y en otros lugares de la ciudad de El Cairo fue buena, nunca me sentí presionado por vendedores ni mucho menos inseguro, si hay algo que se toman muy en serio los cairotas es la seguridad de sus visitantes.
Es cierto que los egipcios son muy buenos comerciantes, diría que son bastante persuasivos pero lo hacen con un encanto que es difícil para un occidental no comprarles, no solo se trata de la cultura del regateo, sino que te facilitan la transacción. En mi caso por ejemplo; terminé comprando dos tour adicionales a los que ya tenía, no solo porque me dieron descuentos, sino porque me ofrecieron facilidades. Lo que más me impresionó del pueblo egipcio es lo laboriosos que son, trabajan muy duro desde temprano hasta muy tarde para ganarse la vida, al escucharlos hablar entre ellos se pudiera pensar que están discutiendo pero no es así, forma parte de su idiosincrasia árabe y africana, porque Egipto es un país transcontinental, la mayor parte de su territorio está en el continente africano pero una franja conocida como la península del Sinaí está en Asia, siendo uno de los pocos casos de países con territorio en 2 continentes.

La ciudad de Menfis fue la capital del antiguo imperio egipcio, allí visité un museo al aire libre donde destaca una monumental estatua del faraón Ramsés II que mide catorce metros de altura. Muy cerca de allí se encuentra Sakkara que era la necrópolis de los faraones, allí entre a una de las recamaras donde hay que hacerlo inclinado, es un recorrido interesante a prueba de claustrofóbicos. Se aprecia también una pirámide escalonada la que se considera la primera pirámide de Egipto. Llamaron mi atención algunas paredes decoradas con escenas de la vida cotidiana del antiguo Egipto. Tuve la oportunidad de conocer una fábrica de papiros donde la anfitriona me mostro como se fabrican y posteriormente fuimos a una fábrica de alfombras para apreciar el meticuloso trabajo que hacen las mujeres egipcias con la lana y la seda a la hora de la confección de estos apreciados y vistosos tejidos.





El tour finalizó con un suculento almuerzo en un restaurante típico de El Cairo donde fuimos recibidos y despedidos por alegres músicos que desplegaron su talento y me mostraron una vez mas el calor humano, el encanto, la excelente atención y la gentileza de los egipcios que sin duda se ganaron mi aprecio y simpatía. Egipto sin lugar a dudas es un país al que regresaré porque también es un país grande en extensión territorial y con muchos lugares majestuosos para conocer.
El autor es expresidente del Colegio de Periodistas de Panamá