Por Jorge I. González
Abogado
Nuestro país se inserta una vez más en las celebraciones de noviembre, mes de la Patria. Casas, edificios, instituciones y calles, se engalanan con la bandera nacional. Proliferan desfiles en ciudades y pueblos de la geografía nacional. Eventos y discursos por doquier. El patriotismo implica también otras cosas. Es afinar ideas, ponerse las cutarras y agarrar machete, en defensa de la patria amenazada, como lo mandata la Constitución Política en su artículo 1, que define al estado panameño como soberano e independiente, el artículo 310, que consagra la obligación de luchar en casos de agresión externa, y el artículo 325, que establece la obligación de someter a referéndum todo entendimiento o convenio sobre el Canal y su protección, lo cual evidentemente no ha cumplido el ejecutivo nacional.
Noviembre tiene este año un contexto diferente, nos referimos a las graves amenazas de ataque militar proferidas desde Washington, en contra de nuestra soberanía nacional. La reivindicación de la patria es año no puede ser concebida de manera abstracta, ajena al momento que atraviesan las relaciones de Panamá con Estados Unidos. Desde comienzos de año, además de las contradicciones generadas a partir de las coyunturas de rechazo a la Ley 462, se tejieron contra nuestro país enormes presiones injerencias de orden geopolítico militar, por parte de la administración de Donald Trump, en su objetivo histórico de intentar la retoma del Canal de Panamá y restablecer al Comando Sur en el Istmo.
Es un deber moral de los y las patriotas, advertir sobre los severos peligros que asechan contra nuestra independencia, siendo noviembre el momento más que oportuno para vincular en todo espacio, el discurso patriótico a la defensa inclaudicable de nuestra dignidad como estado nación, reiterando el rechazo a las amenazas de agresión militar del coloso del norte y reafirmando la oposición ciudadana al memorándum de entendimiento con el coloso del norte, toda vez que compromete negativamente la política exterior, soberanía y paz, del país, a la vez que buscan revertir nuestro proceso de lucha anticolonial.
La mejor manera de honrar la memoria de los caídos y las luchas de nuestro amado pueblo, es manteniendo en lo más alto al principio de la autodeterminación nacional, que es de carácter medular en el derecho internacional público. Panamá debe ser un país propulsor de la solidaridad, nunca un pivote o plataforma de agresión contra países vecinos, con los que compartimos el ideario bolivariano de una América Latina unida en la visión de edificar sociedades basadas en el progreso con equidad social. Los bombardeos aéreos en el Caribe, por EE. UU., y el espectro de una agresión bélica contra pueblos de Suramérica, constituyen una negación antagónica al Bicentenario del Congreso Anfictiónico, a celebrarse en Panamá en 2026. La lucha por la soberanía es una tarea indispensable.
Despedimos este breve, pero necesario escrito, con la sentencia histórica del Dr. Octavio Méndez Pereira, primer rector y fundador de la Universidad de Panamá, cuando señaló: “Lo he creído con fe inquebrantable , en las naciones débiles y pequeñas como la nuestra, sobre las cuales se ciernen los nubarrones del imperialismo, cultura general, ciencia e investigación significan, más que ninguna otra, autonomía, personalidad y libertad efectivas.”
SIN SOBERANÍA NO HAY PATRIA LIBRE
Panamá, 1 de noviembre de 2025