Cerraron las cortinas juntaron esa puerta trataron de encontrar una salida…
pero la madrugada traía entre sus alas al indeseable sol de la partida…
Con fuego en la mirada con frío en las palabras le dijo de una vez
Me voy de casa Primero hubo silencio después los pensamientos salieron a librar esa batalla… -Los Ojos de Rodrigo de Fernando Ubiergo-
No les ha pasado que a pesar de un malestar incómodo —en mi caso un dolor de cabeza inmenso, sumado a unas punzadas en la zona del hígado—, tienen ganas de terminar algún trabajo.
Me retumban en la mente los acordes de “Canción para mi Muerte” de Charly García, aun así me levanto.
En casa hay un silencio estremecedor, son las 5 de la tarde y parece de madrugada.
Me veo en el espejo, para romper el mutismo empiezo un monólogo extenso.
“Si muero en la cama ¿en cuánto tiempo los vecinos se darán de cuenta que me morí?”.
Para mal o para bien he aprendido a ver la vida en blanco o negro, es decir soy muy abierto con las personas o jamás digo nada.
En esta ocasión, deseo dedicarle este artículo a una persona muy especial, a quien quiero mucho, me podrán juzgar por tomar posición en una situación incómoda.
Raquel después de casi 20 años de relación y tres niños, decidió poner fin a todo. Luego de un sinfín de discusiones que ya no importaban, ella pudo articular la frase: “vete de mi casa y no vuelvas”.
Él con la voz quebrada dijo “está bien”, con un nudo en la garganta esperando que Raquel se retractara.
Al cruzar la puerta aún esperaba el “no te vayas” que nunca fue pronunciado.
Cuando Raquel se prepara para empezar a llorar de tristeza, rabia y dolor, antes que la primera lágrima recorriera su mejilla, se percató que su hijo mayor escuchó toda la escena.
El vástago de aquella pareja sin decir nada la abrazo y susurró al oído todo va a estar bien mamá.
Los hombres terminamos una en medio de la cólera, para luego recapacitar, sin embargo una mujer cuando deja a un hombre, lo pensó, lo meditó, para luego actuar.