Por: Alfonso Fraguela
La Real Academia de la Lengua Española, le da varias acepciones a la palabra silencio, la cual supone inactividad, pasividad, ausencia verbal o escrita.
Lo cierto es que, en una sociedad, ese mutismo de las autoridades frente a temas de interés nacional, constituyen un mensaje de indiferencia de quienes están obligados a darlos, por mandato constitucional, lo que cierra la puerta a una discrecionalidad a quienes manejan la cosa pública.
Por tal razón, nuestra constitución Política contempla el derecho de petición, en el Artículo 41, cuando de manera puntual señala lo siguiente:
“ARTÍCULO 41. Toda persona tiene derecho a presentar peticiones y quejas respetuosas a los servidores públicos por motivos de interés social o particular, y el de obtener pronta resolución. El servidor público ante quien se presente una petición, consulta o queja deberá resolver dentro del término de treinta días. La Ley señalará las sanciones que correspondan a la violación de esta norma”.
En otras palabras, todo residente nacional o extranjero puede hacer valer ese derecho constitucional, con el fin de recibir de manera expedita una respuesta de quien está obligado a darla.
En los últimos días, hemos visto una serie de problemas surgidos con la distribución del agua en la ciudad capital, en áreas ubicadas en el centro de esta, afectando sectores donde residen muchas personas que son adultos mayores, y donde hay niños, afectando a esas familias que viven de un presupuesto mensual. Obligándolos a tener que comprar agua, y comida, ocasionando un desbalance en el presupuesto familiar.
Las redes sociales han venido a dinamizar los canales de comunicación, pues una gran cantidad de la población posee celulares, y en ellos se encuentran las principales redes que difunde información importante para los ciudadanos.
Lo que permitiría mandar mensajes detallados, de explicación, de avances, que alivien el malestar vivido por los habitantes de esos sectores, que se sienten abandonados.
Cuando el silencio toma el control de estas vías de comunicación, se rompe la confianza y se manda un mensaje negativo y desorientador de quienes ejercen un cargo público.
Las deficiencias marcadas, y la pasividad demostrada, no se puede recuperar, y menos cuando se está en medio de un torneo electoral, ya que todas esas desatenciones son valoradas al emitir un voto por el elector.
Nos sorprende, que este sea uno de los principales problemas recurrentes, en la comunicación del Estado, y donde en muchos de los casos se acentúa cuando quienes regentan temporalmente la administración, reincidan en conductas que serán cobradas por una sociedad insatisfecha.
Por ello, el pueblo, responderá con el mismo silencio, que recibieron de las autoridades, su pretensión de reelegirse y será devuelto con la misma intensidad en que se recibió.