Autor: Doctor Luis Montero
La ética o filosofía de la moral estudia, las motivaciones últimas de la conducta humana con relación a su búsqueda individual o colectiva de una finalidad consciente o inconsciente de satisfacción (enfoque meta ético).
Así, el tema de la búsqueda de la finalidad última es vital para darle estructura a la reflexión ética.
Pero no se piense que la determinación de estas finalidades últimas o bienes supremos como la felicidad, la sabiduría, el placer, la rectitud moral, el acercamiento a Dios o la ausencia de dolor por sí solas, hacen las estructuras o andamiajes de la reflexión o el análisis ético, bajo cada una de ellas se entretejen jerárquicamente los principios, juicios y métodos subalternos para poder acceder a la conquista dichos bienes supremos. Así, desde la determinación de los bienes supremos o fines últimos se pueden, como en efecto se ha hecho, construir “modelos éticos”, por supuesto, con diferencias a lo que podríamos considerar como modelos en las ciencias (partiendo del hecho de que solo requieren de lógicas conceptuales y no demostraciones empíricas).
Por ejemplo, para J. Stuart Mill, cuya ética es material y es exponente del utilitarismo, el bien supremo es el placer, pero entendido este como ausencia de dolor. En esta finalidad, el modelo se construye mediante acciones que promueven el placer (ausencia de dolor) para el mayor número de personas, por tanto, el conjunto instrumental de valores morales subalternos más importante del modelo serían, por ejemplo, la solidaridad, la justicia, y otros valores colectivistas.
Dentro de las “ramas” o campo de interés fundamental de la ética se encuentra la meta ética, área que nos parece de más interés porque ahí se debate sobre el origen y el significado de los conceptos y la conducta ética, y si los valores morales existen con independencia de los humanos, si son convencionales o absolutos y si son relativos.
Los temas de la meta ética pueden iniciar su debate desde las dos posiciones fundamentales de la filosofía “materialismo e idealismo “.
Desde una perspectiva idealista y atrevidamente general, en su origen el bien es un fin y un medio que con sus instrumentos “los valores” nos son dados como escancias que; sin embargo, son percibidas y aplicadas por cada individuo y colectividad según su percepción (subjetiva) de la misma y según las circunstancias. Así, valores como honestidad, justicia, lealtad, respeto, compasión, cortesía, solidaridad, tolerancia, etc. son escancias que nos son dadas para nuestro control individual, pero que en su empleo, siempre en circunstancias diferentes, culturales, emocionales, intelectuales y demás aparecen como valores interpretados y aplicados de manera diferente.
Desde esa generalidad lo importante es que recordemos que los valores en el idealismo existen como esencias con independencia de nosotros, por tanto, no son nuestra creación, sino que somos sus usuarios. Aquí se abre entonces el problema de donde se originan entonces los fines y valores.
Por otra parte, está la perspectiva materialista del origen de la finalidad y de los valores en el que con el argumento nominalista de que los fines y valores éticos son los conceptos que expresan “nominalmente” o con términos (palabras) las conductas que son necesarias para nuestra convivencia armónica y que requieren de ser transmitidas culturalmente.
Entonces, las finalidades éticas y los valores son producto del hombre quien los ha creado para como elemento indispensable de su convivencia y poder reproducir ordenadamente las condiciones de su vida material.
Y es que los fines y valores para la convivencia obedecen primero a las necesidades de nuestra sobrevivencia como especie frente a la ley del más fuerte, y luego, una vez vamos evolucionando y surge la cultura, al proceso de socialización que emplea como su mejor medio a la ideología.
En efecto, desde una perspectiva materialista, la ética es parte del andamiaje ideológico de las sociedades y más aún cuando estas se van haciendo más complejas.
Ideología es el conjunto de valores, imágenes, símbolos, conceptos que se transmiten de una generación a otra o de una cultura a otra para mantener o prohijar determinado orden en beneficio del mantenimiento del orden social.
Si bien existe un debate sobre los temas éticos y los valores en general y sobre la meta ética en círculos muchísimo más estrechos, lo cierto es que en todos estos planos los modelos éticos, si bien sirven a su papel esencial de garantizar la convivencia entre los seres humanos, también se han consolidado en su papel de servir al control ideológico de la sociedad es hoy más que nunca por la manera como se emplean.
El autor es docente universitario.