Hay episodios en la vida en los que uno cree que ya son parte del pasado. Cuando uno cree que cerró ciclos, hasta borró chats de WhatsApp aparece esta persona y hace que los recuerdos vuelvan.
Pero basta que cierta persona aparezca… y todo vuelve.
El otro día fui a una recepción en la tarde noche. Todo iba perfecto… hasta que apareció Daniela.
Daniela es un antiguo interés romántico con el que tuve una relación sin compromisos, con demasiada química para llamarla casual.
Entró con un saludo general —que también iba dirigido a mí— usando un top escotado y un jeans ajustado que le quedaba demasiado bien.
A principios de 2025 tuvimos varios encuentros intensos, después de casi dos años sin hablarnos. Algo nos volvió a conectar… y de repente, algo volvió a desconectarnos. No sé qué pasó: dejó de responder mis mensajes y llamadas.
Cuando empezamos a salir hacíamos el delicioso en la oficina, en una salita de reuniones con mucha adrenalina. La posibilidad de que alguien entrara sin tocar era muy excitante.
Mientras degustaba una copa de vino tinto, los recuerdos volvieron a mi memoria, cómo la besaba hasta la sombra.
Degustando una copa de vino tinto, recordé como le besaba hasta la sombra… Ella me interrumpe el recuento mental de los encuentros con un “Ni sueñes que volverá a pasar”. Fui uno de los últimos en irme, para mi sorpresa al salir del evento ella estaba esperando un Uber. Me despedí con un beso en la mejilla y mi mano un poco más abajo de su cadera con un “hasta pronto mi amor”.
