Por: Tomás Sánchez, presidente de la Asociación de Reducción de Daños por Tabaquismo de Panamá (ARDTP).
Existen oportunidades para avanzar en la ciencia para regular el tabaco en un panorama cambiante. No lo digo yo: lo dicen expertos de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) y el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), ambas instituciones de renombre en Estados Unidos, en un comentario publicado recientemente en la revista científica Nature.
Y estas oportunidades apelan también a Panamá, que el pasado mayo recibió la noticia de que la Ley 315, que prohibía los cigarrillos electrónicos, fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia. Actualmente, en el país no hay una prohibición de estos productos debido al fallo del alto tribunal, pero eso no implica que no haya una oportunidad para regularlos adecuadamente.
En su recomendable comentario, los expertos de la FDA y la NIDA reconocen que, pese a que las cifras de tabaquismo han disminuido considerablemente en las últimas décadas, la aparición de nuevos productos como los cigarrillos electrónicos o los dispositivos para calentar tabaco obligan a actualizar la ciencia que respalda las regulaciones que buscan atacar este problema de salud pública.
Los expertos señalan que datos de ensayos clínicos sugieren que los cigarrillos electrónicos pueden ayudar a algunos adultos fumadores a dejar de fumar, pero los datos poblacionales sugieren que su efecto puede variar según múltiples factores. Por ello, es necesario comprender las características de estos productos que aumentan la probabilidad de dejar de fumar, así como sus efectos a largo plazo, para poder informar mejor las regulaciones.
Bajo este concepto, recientemente, la FDA autorizó la comercialización de cuatro cigarrillos electrónicos con sabor a mentol, reconociendo que este tipo de productos abren posibilidades para los adultos fumadores que quieren dejar el cigarrillo por completo.
Frente a esta realidad, evaluar constantemente las políticas existentes y proponer mejoras se constituyen en aspectos esenciales en la lucha contra el tabaquismo. La regulación efectiva no solo debe reducir el acceso y el atractivo de los productos del tabaco, sino también abordar las desigualdades sociales y económicas que perpetúan su consumo en ciertos segmentos de la población.
Además de las políticas, la educación y la comunicación basadas en la evidencia son poderosas herramientas para cambiar actitudes y comportamientos hacia el consumo de tabaco. En ese sentido, es fundamental desafiar las percepciones erróneas y las representaciones relacionadas con el tabaco.
En resumen, avanzar en la regulación del tabaco no solo es una cuestión de políticas públicas, sino también de salud pública y equidad. Integrar la investigación científica con estrategias regulatorias efectivas y educación continua es clave para reducir aún más las tasas de tabaquismo, proteger a las generaciones futuras y promover entornos más saludables para todos.
La ciencia nos proporciona el conocimiento, las políticas nos brindan protección y la educación nos empodera. Juntos, podemos marcar una diferencia significativa en la lucha contra el tabaquismo y sus consecuencias para la salud pública. Es nuestro deber y responsabilidad trabajar unidos hacia un futuro donde las decisiones que se tomen en materia de salud pública estén basadas en la realidad y la evidencia científica.
Panamá está en el momento ideal para dar un paso en la dirección correcta, y el Gobierno del Presidente Jose Raúl Mulino tiene la oportunidad de rectificar nuestros errores prohibicionistas del pasado.