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Julián Assange el hombre que desnudó al imperio

Por Marcos Castillo Pérez

Este 25 de julio de 2024 el mundo fue sorprendido con la noticia sobre la liberación de Julián Assange, el hombre que por 14 años estuvo privado de libertad, tras ser acusado por el gobierno de los Estados Unidos de “espionaje y filtración de documentos clasificados” Assange había publicado en su página mediática WikiLeaks, millones de documentos que revelaban asesinatos, torturas, abusos, conspiraciones y violaciones a los derechos humanos perpetrados por las fuerzas armadas de los Estados Unidos en Irak, Afganistán y otros países.

A esta filtración de documentos con información sensitiva se sumaron los denominados Cablegate que consistió en la divulgación en los medios escritos más importantes del mundo como: El País (España), Le Monde (Francia), Der Spiegel (Alemania), The Guardian (Reino Unido) y The New York Times (Estados Unidos) de miles de cables y comunicaciones de los diplomáticos estadounidenses con el Departamento de Estado y que se considera la mayor filtración de documentos secretos de la historia.

Estas publicaciones enfurecieron al gobierno de los Estados Unidos, puesto que dejaban al descubierto sus modos operan di y desenmascaraba la hipocresía de su narrativa en temas como los derechos humanos y el respeto a la libertad e independencia de los pueblos. La máscara del Tío San se le había caído y su autoridad moral como el país baluarte del respeto a la democracia, la libertad y los derechos humanos quedaba en entredicho.

Washington debió hacer un verdadero despliegue de su diplomacia para tratar de explicarle a sus socios y aliados de occidente que el espionaje a sus gobernantes y políticos, las conspiraciones para favorecer a empresas estadounidenses en detrimento de las de terceros países, las burlas y críticas a jefes de Estado y la injerencia solapada en asuntos internos de otras naciones eran solo “gajes del oficio” pero que no se trataba de la política exterior de su gobierno. El Tío San debía buscar un chivo expiatorio para desviar la atención del tema, pero además darle un escarmiento a quien había osado filtrar “secretos de guerra e infidencias diplomáticas”. Así las cosas, se inició la cacería para detener y llevar a juicio al que en ese momento el gobierno de los Estados Unidos consideró su enemigo público número uno.

Julián Assange pudo evadir la sed de venganza del gobierno estadounidense al lograr que el gobierno de Ecuador encabezado en ese entonces por el progresista Rafael Correa en una valiente decisión le otorgara asilo político, pese a las presiones tanto de Washington como Londres, el fundador de WikiLeaks estuvo refugiado en la legación diplomática ecuatoriana por espacio de 8 años, pero al término del mandato de Correa su sucesor Lenin Moreno en acto desleal con la tradición de asilo de los países de América, accedió a las presiones, expulsó a Assange de la embajada y lo entregó a las autoridades británicas. Cinco años de encarcelamiento en una prisión de máxima seguridad pasó Assange en medio de tiras y jalas legales en tribunales británicos hasta que el pasado martes logra recobrar su libertad y realizar una larga travesía hacia su natal Australia previa parada en Saipán, capital del archipiélago de las Marianas islas bajo la soberanía de Estados Unidos desde que las arrebató a España tras la guerra de 1898 junto con Hawái, Puerto Rico y Cuba, allí el fundador de WikiLeaks compareció ante un juez para cumplir con el compromiso de declararse “culpable” y de esa manera evitar su extradición al territorio continental estadounidense.

En su declaración ante el juez “ Assange se ha definido como un periodista, y ha declarado que considera que su actuación al instigar a su fuente, Chelsea Manning, a proporcionarle información clasificada debería estar protegida por la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que consagra la libertad de expresión”

Julián Assange es ahora un hombre libre, sin embargo, su “osadía” al divulgar las atrocidades de los soldados estadounidenses en Irak y Afganistán y las conspiraciones, espionajes e intrigas de los diplomáticos de Estados Unidos en todo el mundo le ha costado 14 años de persecución, privación de libertad, difamación, traiciones, acoso y tortura. Los cínicos abyectos al poder y el statu quo, lo señalarán de temerario y de poner en peligro la seguridad de soldados y funcionarios estadounidenses, mientras pasan por alto los crímenes, torturas, violaciones a los derechos humanos, espionaje e intromisión en los asuntos internos de otros países, perpetrados por militares y diplomáticos. Se trata del doble rasero con el que se acostumbra a medir los actos de los jenízaros y procónsules del imperio del norte frente a los de quienes se les interponen. Para quienes optamos por la verdad y la libertad de expresión, Assange es un héroe que dejó en evidencia la doble moral y la manipulación mediática de un imperio en decadencia.

El autor es comunicólogo y expresidente del Colegio de Periodistas

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