Por: Alfonso Fraguela
Hace más de 30 años de ejercer como abogado, nunca había presenciado lo que he visto en Televisión Nacional, durante el desarrollo del caso New Business.
Un caso que se desarrolla en medio de un torneo electoral, donde los tiempos legales desean alcanzar a los tiempos electorales, con el fin de claramente dejar fuera del escenario a Ricardo Martinelli.
El expresidente ha enfrentado 3 procesos legales, el primero de ellos fue el de caso pinchazos en el que obtuvo la absolución, y luego este proceso resultó anulado, por el Tribunal Superior de Apelaciones en atención a recursos que fueron objeto de decisión por los Magistrados, ocasionando que nuevamente fuera procesado obteniendo el mismo resultado del primer juicio.
Ahora el tercer proceso, es el caso New Business, un juicio que la verdad evidencia una serie de irregularidades en el desarrollo de este que van desde las recusaciones e impedimentos, el blindaje de los testigos protegidos y su no comparecencia para evitar las preguntas de los abogados defensores resultando con ello unas garantías constitucionales de “presunción de inocencia y del debido proceso restringidas”.
Es claro que los juicios deben ser imparciales, permitiendo que la defensa pueda ejercer incidentes excepciones, recursos, y acciones que la ley les permita, ya que para eso existen.
Y si existen es porque son legales obligando a los juzgadores a tener que pronunciarse sobre ellos de una forma oportuna para evitar que el desarrollo del caso avance con imperfecciones, que llevaría a emitir un veredicto cuestionado, y que sea objeto del conocimiento de los superiores.
Esta forma de administrar justicia perturba, pues la aplicación de ella puede ser bien vista para los objetivos que algunos quieren, pero representa una puerta abierta peligrosa para que sea repetido en el futuro a otras personas.
Pretender que lo que vimos, fue el juicio del año, la verdad lo dudo. Debo reiterar que representó una tragicomedia, hilarante en ocasiones, que arrancó las carcajadas de los espectadores, al no creer lo que escuchaban.
Lo cierto es que este tipo de dinámica, en que se desarrolla la justicia en nuestro país, nos debe llamar a razonar sobre dónde estamos y hacia dónde vamos.
Ya Panamá no es solamente es visto desde adentro, sino también desde afuera, en cuyo caso los inversionistas observaran estos actos como los propios de una “Banana Republic”.
