Hace un par de meses fui a una tienda donde venden casi de todo para el hogar, desde un tornillo hasta muebles. Fui de urgencia un domingo a comprar un grifo y pegamento para poder reparar una fuga.
Cuando me acercó a pagar, la chica que cobra me recibe con un; “buenas tardes, feliz domingo”. Para molestar le respondo “oiga no sabía que miss Panamá, trabajaba aquí”. Se sonrojó, y no volvió a decir más nada.
Unos días más tarde hago una compra en línea, cuando me llegó el pedido estaba mal.
Tuve que ir a atención al cliente. En realidad estaba muy molesto.
La que atiende mi reclamo es la cajera. Se disculpó por el error… Mientras ella corregía el asunto, note que era muy bonita, no tenía nada de maquillaje, cabello largo lacio negro azabache y cuerpo latino, de unos trenta y tantos.
Como me llamó la atención, vi su nombre en el gafete y la busque en las redes sociales, le mande un mensaje… De ahí en adelante comenzamos a chatear de cuando en cuando.
Me comentó que estaba estudiando administración de empresas y algo que tenía que ver con logística. Por esas casualidades de la vida, coincidimos en la fila para pagar el cable… Estaba en blue jeans y una blusa, que le lucía muy bien. La invité un café en el mall, hay conversamos un poco más.
En medio de la conversación noté que dos chicas nos observaban, una era sumamente parecida a ella, por lo que supuse que eran hermanas o primas.
Las mujeres se acercaron a la mesa, me presentó como un amigo y no estaba mintiendo. De pronto se alejaron para hablar algo… Al despedirnos le di un beso en la mejilla, de esos que rozan los labios. Luego de esa cita espontánea seguimos chateando… Algo me detuvo a no querer ir más allá.
Les explicó la razón:
A pesar de que tengan la impresión que soy ateo, en realidad no lo soy, creo en Dios. Digamos que soy un católico rebelde… Me bauticé, hice mi primera comunión, confirmación y en algún momento evalué ser sacerdote.
Tengo muchas influencias de la orden de los Franciscanos y Jesuitas, por lo que acudí a confesarme a finales del año pasado. Si es algo incómodo confesarse, sobre todo si el padre te pregunta “te has masturbado” y tienes que contestar, si y me han masturbado también.
Aceptar que se ha fornicado -es la manera correcta de decirlo-, sin estar casado. Como penitencia me autoimpuse la abstinencia.
Retomando el hilo…
Para mi cumpleaños me mando un arreglo -me sorprendió- de un vino, globos y un peluche.
Cuando una mujer le regala un peluche a un hombre es por qué él es algo especial para ella.
En este punto recapacité en todo, no es que no me gustará la chica de la tienda, solo que no quería acelerar las cosas. Sentí algo de culpa y no sabía como decirle sin herirla que mejor como amigos.
Me pidió vernos, varias veces… Decidí di aceptar y decirle lo que sucedía. Cuando la vía estaba con un vestido ceñido, el cabello suelto, se veía superbién. Al verme me abrazo… El momento se convirtió en esos que las palabras sobran, como cuando sabes que será la última vez que veas a una persona que quieres.
Le conté todo, el por qué no había querido avanzar, dándole un beso en la frente.
Me miró algo desconcertada, vi como temblaba como una hoja al viento. “Yo también tengo algo que decir, tengo pareja desde hace nueve años”. “Él llegó a mi vida cuando más necesitaba a alguien, es muy dulce y amoroso”. “Siento que lo quiero, pero no soy feliz con él”. “Te pido que me perdones, si no fui sincera desde el principio, no quería que le alejaras”.
En ese momento me enfrenté a dos dilemas. El primero era salir con la chica casada, sin compromiso más allá del momento. El segundo cortar todo contacto con ella.
Antes de irme le di un consejo; Trabaja en mejorar tu relación o dentro de 30 años te vas a arrepentir de no haber tenido el valor de cortarla. Es preferible sufrir un poco en el presente que sufrir una vida entera. Desde ese día perdí todo contacto con la chica de la tienda.
