Aaron Samuel Bracho Mosquera
Panamá ha aparecido en el foco de diversos medios de comunicación a nivel nacional e internacional, las protestas de diferentes sectores sociales también ocupan la atención de politólogos, economistas, sociólogos, abogados entre otros tantos profesionales.
Panamá era visto como un ejemplo de estabilidad y democracia en el escenario internacional.
Entonces ¿qué ha pasado? ¿Cuál o cuales son las causas de la movilización de los panameños? Diferentes son las razones que explican el descontento social, sin embargo, un análisis del pasado reciente podría servirnos para contextualizar el fenómeno que vive la sociedad panameña.
El periodo histórico del Panamá post-reversión del canal, se caracteriza por un proceso de crecimiento económico sostenido, de hecho, es el periodo más importante en materia económica en la vida republicana de Panamá.
No obstante, este crecimiento económico no se traduce necesariamente en desarrollo económico y humano. Y es en este lapso en donde se han desarrollado las principales disputas y contradicciones sociales por medidas antipopulares, falta de resolución de las principales problemáticas de la población y la privatización de empresas públicas.
Las diferentes administraciones gubernamentales que se han alternado en el periodo post-reversión tienen como común denominador gestiones permeadas por escándalos de corrupción, sobrecostos, nepotismo entre otros elementos que desgastan la confianza en las instituciones públicas por parte del pueblo panameño.
Las recientes protestas de diferentes sectores de la sociedad panameña, ha llevado al gobierno a instalar una mesa diálogo con la iglesia católica como mediadora, para resolver las demandas de la ciudadanía congregada en las diferentes organizaciones.
El diálogo se centra en diversas reivindicaciones en temas como congelación del precio del combustible, congelación de los productos de la canasta básica y medicamentos encarecidos por la especulación de los precios, se añaden otros aspectos más abstractos como la necesidad de redefinir la política económica de la administración pública, medidas que pongan fin a la corrupción y nepotismo en las instituciones, inseguridad, política de vivienda, uso correcto de los recursos del Estado y la destinación del 6% del Producto Interno Bruto para el sector educativo.
La mesa de negociación ha tenido avances importantes, puntos de consenso, así como puntos de disenso, en el precio de la gasolina, el subsidio y congelamiento a cerca 72 productos de la canasta básica familiar.
Un elemento clave, -y necesario si nos retrotraemos a los diálogos instalados con anterioridad entre gobiernos y sociedad civil organizada- ha sido la movilización paralela a la mesa de negociación, como medio de presión desde los sectores sociales para lograr avances y conquistas en el dialogo y la transmisión del dialogo en los medios de comunicación y redes sociales.
Y aquí hay que mencionar un elemento interesante, en la etapa inicial de la movilización la gestión de la comunicación de la coyuntura, paso por un proceso de articulación y divulgación del discurso de los sectores sociales ocupando los principales titulares, ello se tradujo en la atención de medios internacionales, que a su vez dio paso al esquema de la primicia.
En el diálogo, se ha dado también un fenómeno, y es el debate entre sectores sociales y su equipo técnico frente a personeros del gobierno, en donde estos últimos se han visto minimizados por la falta de preparación y argumentos en los diferentes asuntos que se han tratado en la mesa. Tal vez el hecho más trascendental e importante de esta etapa de diálogo es la discusión sobre el modelo de organización socioeconómica excluyente y desigual en el que se desarrolla la sociedad panameña.
Esto último, ha traído a la opinión publica la reacción del sector empresarial, que, con fantasmas del pasado, alerta de un intento de desestabilización y la instalación por decreto del comunismo, haciendo gala de un ejercicio de manipulación en la explicación de la realidad, encubriendo las razones estructurales y la naturaleza real de las protestas.
Esta posición de los sectores empresariales ha concitado un giro en la narrativa editorial de algunos medios de comunicación y periodistas que replican las advertencias del empresariado.
Otro aspecto interesante, es la aparición de movilizaciones en contra de las movilizaciones de los sectores sociales, en donde se apropian de las consignas, pero accionan en contra de los sectores movilizados, precisamente contra los cierres de calles que permitieron pasos sustantivos en las negociaciones.
En Chiriquí los manifestantes principalmente indígenas Ngäbe Bugle fueron agredidos y se dio el brutal atropello de un manifestante -un automóvil 4×4 le pasa por encima- mientras mantenían la medida de cierre de calle.
En Pacora hay denuncias de los manifestantes de agresiones sufridas por parte de agentes contratados por el partido de gobierno para intimidar las acciones de protesta.
Si bien es cierto, que no existe una coordinación y unidad de acción nacional entre los movimientos sociales, estas acciones de violencia física contra manifestantes y el desconocimiento público de voceros de algunos gremios docentes a la acción de cierre de calle llevada a cabo por manifestantes de los pueblos originarios en Horconcitos y San Félix, expresa algunos elementos, elementos de colonialidad en el pensamiento al no comprender las relaciones de poder incrustadas culturalmente y que hay que desatascar para llevar la coyuntura y las negociaciones a un nivel cualitativamente superior.
Expresa también, la falta de capacidad para entender el momento actual de la coyuntura y encarrilar salidas que permitan pasos a una sociedad más democrática y transparente, pero también menos desigual.
Por otro lado, como mencionamos el cambio de postura en la narrativa, cuya principal bandera ha inundado las redes sociales es la instalación del comunismo si se le pone freno a la especulación de los alimentos y a los oligopolios que controlan la importación de los medicamentos.
El miedo generado contra los sujetos y agrupaciones relacionadas malintencionadamente con el comunismo ha restado apoyo a las acciones de protesta y a la vez ha articulado un ejército de personas en redes sociales rechazando acciones de calle, espetando descalificativos y desacreditando a indígenas, a docentes y trabajadores de la construcción que se movilizan para obtener conquistas sobre la base de las demandas que originaron el inicio de las protestas, expresando claros visos de racismo y clasismo.
El autor es docente de Historia.