Por Mólotov Lautaro
Cada nación necesita de líderes. La historia nos dice que en determinado momento y bajo diversas circunstancias emergen personajes capaces de guiar a los pueblos en crisis.
En el Éxodo se explica cómo Moisés liberó al pueblo de Israel del yugo de los egipcios. Esparta tuvo al rey Leónidas, que, con sus 300 guerreros le hicieron frente a Jerjes en la batalla de las Termópilas.
En épocas más recientes durante la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido tuvo a Winston Churchill, por su parte Yugoslavia tuvo al mariscal Tito que se enfrentó a la Alemania Nazi, sin ayuda de los Aliados.
¿Entonces los líderes nacen o se hacen?. Si bien es cierto para ser líder se debe tener cualidades las cuales se van puliendo en la formación del individuo o en la praxis.
Hay diversos tipos de dirigentes -políticos, gremiales, religiosos, entre otros-, que varían su gestión dependiendo de su carisma, carácter y valor.
En algunos casos es difícil llenar los zapatos de su antecesor, en estos casos es donde emergen los Alejandro Magno que contra todo pronóstico superó las conquistas de su padre Filipo II.
En Panamá la clase política desde hace lustros esta falta de líderes, prueba de ellos son los debates que vemos en la Asamblea Nacional.
También es el caso de la Casa de Méndez Pereira que en otrora tiempo formaba grandes pensadores que aportaban a la sociedad panameña. Desde algún hace años el foco critico o por lo menos es lo que se evidencia en los medios de comunicación, se ha trasladado a los centros de enseñanza superior privados.
Esto coincide con una encuesta publicada a mediados de septiembre donde se presentaba “los 10 futuros líderes” de Panamá.
Esto arroja otra gran interrogante ¿se puede ser líder y no mover o liderar personas?.
Durante las protestas contra las reformas constitucionales, la corrupción gubernamental y la suspensión del bono digital a menores de 25 años, hemos visto a jóvenes que fueron cuestionados por supuestamente cometer fraude en las elecciones a centro de estudiantes en una universidad privada.
No se puede criticar a los demás y cometer nos mismos errores.
