Cada año escolar que inicia está lleno de retos y en el plano comunicacional, en este 2023 una de las principales prioridades es seguir apostando por una estrategia que supere lo que se venía haciendo hasta la fecha para captar la atención de “los alumnos del futuro”.
En ese sentido, es primordial desarrollar un plan detallado que afronte cada uno de los retos de forma específica, pero bajo una estrategia integral y digitalizada, tomando en cuenta que, en Panamá en los últimos 10 años, entre 10 mil y 14 mil estudiantes abandonan las aulas escolares, cada año, según un estudio -previo a la pandemia- realizado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia y el Ministerio de Educación.
Esta coyuntura, de acuerdo con el informe preparado por LLYC: La carrera por la captación de alumnos, urgirá a los centros educativos (grandes y pequeños) a ser mucho más explicativos con la oferta académica. A mostrar no sólo los programas, los conocimientos a adquirir, el board académico o las instalaciones, sino las competencias y su aplicación práctica en un mercado laboral que premia cada vez más perfiles versátiles y poseedores de las famosas soft skills.
Al mismo tiempo, deberán ocuparse también de trabajar en modelos de comunicación más divulgativos y experienciales y personalizar al máximo la comunicación y el nivel de información para cada potencial alumno, así como trazar un camino para atraerlo y fidelizarlo.
En un mundo donde las fronteras se diluyen cada vez más, el enfoque comunicativo debe ser eminentemente global. A pesar de que la COVID-19 haya afectado a la movilidad y a los programas internacionales, los estudiantes siguen esperando una propuesta educativa de valor que los prepare para desenvolverse en un entorno interconectado y multicultural.
En esa línea, de acuerdo con el informe, la creciente digitalización y la progresiva desestigmatización de la formación online (la Universidad de Navarra ha estimado en un 900 % el incremento de los cursos online tras la pandemia) abre una oportunidad para que las instituciones educativas puedan (y deban) posicionarse en cualquier parte del mundo.
Y si la formación cada vez atiende menos a cuestiones geográficas, también es imprescindible que la industria educativa (especialmente, la superior) amplíe sus horizontes a las necesidades de otras generaciones. El reskilling o el upskilling abren un escenario para que los centros educativos consoliden relaciones a largo plazo con sus estudiantes (en el que el tándem formación-trabajo tengan una relación más líquida). Para ello, el aprendizaje continuo (casi cíclico) debe consolidarse como un activo en otras esferas como, por ejemplo, la corporativa.
El informe destaca que, en general, los centros educativos no solo deben posicionarse ante el alumnado, sino que deben seguir cultivando relaciones duraderas y a largo plazo con las empresas. Es imprescindible que la interacción y el diálogo entre sector educativo y corporativo sean cada vez más fluidos. Así, el sector educativo deberá, de manera estratégica, gestionar esas relaciones con el mundo empresarial para poder estar a la vanguardia, conocer y adelantarse a lo que exigirá un futuro laboral incierto y desconocido de la era posdigital.