Por/ El caballero Sin Memoria/ Especial El Digital Panamá
En esta entrega de El Caballero Sin Memoria, abordaré un tema algo diferente a los demás, tal ves a muchas de las lectoras no le agradará.
Cuando era adolescente no entendía o más bien me molestaba ver a las chicas de mi edad salir o estar enamoradas de muchachos de más edad. En esa época no comprendía que la mujer madura más rápido, mientras yo pensaba en jugar fútbol la chica que me gustaba las hormonas la tenían loca.
Años más tarde luego de un desamor -si todo mujeriego, fue un hombre enamorado- después de esperar una reconciliación comencé a salir con mujeres a ver que sucedía. Escuché todo tipo de comentarios; Me gustas, pero en este momento no deseo una relación. No quiero nada serio. Quiero algo en serio y demás.
En eso conocí a una mujer separada me gustó mucho; tenía una larga melena negra como la de las modelos que promocionan shampoo, un rostro angelical y un cuerpazo, la cual me dijo sin mayor reparo. Sabes cuál es tu problema. Esperas mucho de una mujer, a nosotras entre más duros nos trates, más llamas nuestra atención.
Al ver mi cara de asombro, sonrió. Eres guapo, pero no tanto. Luego se me abalanzó me dio un beso profundo, me quedé congelado sin saber que hacer.
Vez lo que te digo. Otro me rompe la ropa y me hace suya. Aunque de mi boca salga un no, mi cuerpo entero dice que sí.
Aprende mijo aprende. Esas palabras retumbaron en mi cabeza por días.
Se podría decir que ella fue la que creó al “Caballero Sin Memoria”.
La que está leyendo esto debe estar molesta, pero de cierta manera es verdad. El hombre dulce cariñoso, está en desventaja de ese que tiene cara de pícaro y mujeriego.
Nunca faltó una mujer que trató de enamorarme o hacerme cambiar. “Yo lo haré cambiar”, en ocasiones me alejé cuando sentí que me estaba enamorando.
Con Minerva me pasó algo interesante, al finalizar la primera noche de pasión. Ella me miró a los ojos y me dijo, “alguien que coge como tú, no puede ser fiel. Me dejó sin palabras. Me vestí y la dejé sola en la habitación del hotel. Hablé con la recepcionista y le pedí que se llevará a casa regalará o vendiera las 4 docenas de rosas, el peluche y los chocolates, que había dejado para que lo entregaran a primera hora del día siguiente. La pobre muchacha me preguntó qué pasó señor, di la espalda y salí del lugar lo más rápido que pude.
Ya entrado a los 30 y tantos he intentado una relación seria para mi sorpresa no he podido ya que la mujer busca solo sexo, no le interesa o no quiero tener más hijos.
O de repente está esperando a un príncipe azul o un tipo lleno de cuadritos. No se dan cuenta que el hombre perfecto no existe, tal como lo dice la canción de Marco Antonio Solís.
No sé si sea la edad, pero a mí las estrías, celulitis o gorditos me recuerdan que estoy con una mujer de carne y hueso.
En temas de pareja tanto hombres como mujeres debemos aprender a valorar a la otra persona, cosa que no tiene un mujeriego.
Espero los comentarios de esta nota.