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Panamá: Soberanía, Memoria y el Desafío de la Neutralidad

La soberanía de Panamá no es un concepto abstracto ni negociable. Ha sido conquistada con lucha, sangre y resistencia. Sin embargo, hoy nos encontramos en un escenario donde las amenazas ya no vienen solo de invasiones extranjeras, sino de un sistema que nos adoctrina para olvidar y nos hace aceptar la corrupción como parte de la normalidad. Este artículo refuta cualquier intento de distorsionar la historia y minimizar los sacrificios hechos por generaciones de panameños en defensa de su patria.

Soberanía y Uso de Nuestros Recursos

Panamá es soberano sobre su territorio y sus recursos, incluyendo sus ríos. Sin embargo, esta soberanía ha sido constantemente socavada por presiones externas e internas. A lo largo de la historia, nuestra nación ha sido testigo de cómo las potencias han intentado imponer su control, desde la imposición del Canal hasta la reciente influencia de tratados que, aunque prometen protección, nos dejan vulnerables ante los intereses económicos y geopolíticos de otros.

El Tratado de Neutralidad, firmado con la promesa de que Panamá sería defendida ante amenazas extranjeras, se convierte en letra muerta cuando nos damos cuenta de que la “defensa” depende de potencias que priorizan sus propios intereses. ¿Cómo puede Panamá confiar en tratados cuando la geopolítica global se rige por el miedo a los aranceles y las represalias económicas?

Las Luchas Generacionales y la Memoria Robada

No podemos olvidar los hitos que marcaron nuestra soberanía:

La Siembra de Bandera de 1958, donde estudiantes panameños demostraron que nuestra bandera tenía derecho a ondear en la Zona del Canal.

El 9 de enero de 1964, cuando jóvenes patriotas dieron sus vidas por ese mismo derecho, enfrentándose a la represión y dejando una huella imborrable en nuestra historia.

La invasión del 20 de diciembre de 1989, justificada bajo la “Operación Causa Justa”, pero que de justa no tuvo nada. Fue una violación a nuestra soberanía, un acto de fuerza desproporcionado que no solo derrocó a un régimen, sino que destruyó nuestras fuerzas de defensa y dejó un país en luto.

Nos robaron la bandera, la pisotearon. Nos dejaron sin capacidad de autodefensa, en contradicción con el propio Tratado de Neutralidad. Nos obligaron a depender de promesas de aliados que hoy solo protegen sus propios intereses.

Neutralidad: Panamá No Debe Ser Peón de Nadie

El papel de Panamá en el mundo debe ser claro: neutralidad total. No debemos ser aliados incondicionales ni de potencias ni de bloques económicos. Nuestro único aliado debe ser el mundo entero, bajo el principio de respeto mutuo. No podemos permitir que “amigos” nos amenacen ni que “enemigos” nos utilicen como ficha en su tablero geopolítico.

La historia ha demostrado que cada vez que nos alineamos con intereses ajenos, pagamos el precio. La independencia real de Panamá solo puede lograrse cuando actuemos en función de nuestros propios intereses y no de los de otros.

El Secuestro de Panamá: Una Nación en Manos de una Élites Criolla

Pero las amenazas a Panamá no solo vienen del extranjero. En casa, una élite criolla actúa como el óxido que corroe nuestra estructura social y política. Son los mismos que concentran el poder, que normalizan la corrupción y que perpetúan un sistema donde la impunidad es la norma.

Peor aún, han creado un ambiente donde la memoria histórica se diluye. Adoctrinan a la nueva generación para olvidar, para aceptar la corrupción como parte de la vida cotidiana. Manipulan la narrativa para que los ciudadanos vean el sistema democrático como el problema, cuando en realidad el problema es el secuestro de ese sistema por grupos que solo buscan su beneficio.

Los clubes exclusivos y los grupos de poder independientes trabajan juntos para satanizar cualquier movimiento político que busque el cambio. Usan la retórica de culpar al sistema democrático, cuando en realidad lo que buscan es preservar su dominio sobre Panamá.

Rescatar la Memoria, Recuperar la Nación

Panamá necesita un despertar de conciencia. No podemos seguir permitiendo que nuestra historia sea borrada ni que nuestras luchas sean desvirtuadas. Debemos recordar a nuestros muertos, exigir respuestas sobre nuestros recursos y rechazar cualquier intento de manipulación que nos haga olvidar quiénes somos.

Nuestra soberanía no es negociable. Nuestra neutralidad no es debilidad. Nuestra memoria no puede ser borrada. El momento de actuar es ahora.

Por Mgter. Ormel Batista G
Catedratico de la USMA

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