Por Jorge I. González
Abogado
Este escrito es realizado en ocasión del 21 Congreso Ordinario de la Central Nacional de Trabajadores de Panamá, dedicado a la memoria del dirigente Elberto Cobos y espacio de encuentro para honrar a la figura histórica de Rodolfo Aguilar Delgado, mártir del pueblo, a 61 años de su asesinato, teniendo 24 años de edad, hecho ocurrido el 24 de octubre de 1963.
De las epopeyas de lucha social de nuestra patria, nos dignamos hoy en escribir estas líneas a la memoria de Rodolfo Aguilar Delgado, mártir de la clase trabajadora panameña. Su martirio fue la consecuencia de haber sido un hombre que no se vendió, que no entregó a sus compañeros y que nunca defraudó al pueblo, a cambio de dólares o promesas de confort propio de un traidor. Rodolfo Aguilar Delgado murió por todos nosotros, por su pueblo, fue torturado, “crucificado”, igual a Victoriano Lorenzo, quien instantes antes de su ejecución ruin, dijo ser asesinado como Jesús. Victoriano y Rodolfo son crucificados de la contemporaneidad, asesinados por tan solo buscar justicia social para su pueblo.
Nacido en 1939 en el distrito de Bugaba, provincia de Chiriquí, Rodolfo Aguilar Delgado provino de un hogar humilde y digno. Su padre se llamó Mamerto Aguilar y su madre Isaura Delgado. Creció en un contexto provincial de lucha de clases agraria, caracterizado por grandes latifundios en los cuales sus dueños practicaban la represión clasista y racista, contra los campesinos y pobladores originarios que se organizaban por sus intereses y se atrevían a levantar voces de protesta contra la opresión e injusticias.
Así, con tan solo 20 años de edad, Rodolfo Aguilar Delgado incursiona en la lucha de la clase trabajadora de Puerto Armuelles, Chiriquí, y se integra a la emblemática huelga de trabajadores bananeros de 1960, misma que fue necesaria para alcanzar la conquista que significó el reconocimiento legal del Sindicato de Trabajadores de la Chiriqui Land Company. La consecución de este paso trascendental desde el punto de vista del Derecho del Trabajo, constituyó un hito en la historia de Panamá y en especial, de las luchas sociales y patrióticas.
El epicentro de la explotación contra el pueblo radicaba precisamente en esa infame empresa, filial panameña de la United Fruit Company, de capital norteamericano, transnacional convertida en un auténtico poder imperialista en lo económico, político e incluso, militar, pues se valía de las policías de los países subyugados y en última instancia, de la intervención del ejército de Estados Unidos, para defender sus intereses contra las legítimas aspiraciones de justicia y soberanía de los pueblos. Una transnacional que se vanagloriaba de quitar y poner presidentes pertenecientes a las serviles oligarquías de Panamá, el resto de Centroamérica y el Caribe.
En este entorno de poderosos intereses y acción de las uerzas represivas, los campesinos de la provincia de Chiriquí y los trabajadores bananeros de Puerto Armuelles, desarrollaron sus arduas luchas reivindicativas y de ese marco de contradicciones sociales, la figura de Rodolfo Aguilar Delgado emergió como un joven dirigente sindical y también comunitario. Carismático y disciplinado, irradiaba en quienes lo vieron, la esperanza de conseguir juntos un futuro mejor. Realizó actividades sociales para beneficio de la niñez y para mejorar las condiciones de vida de la población en Puerto Armuelles y poblaciones chiricanas. Se vinculó a la juventud del histórico Partido del Pueblo, con lo cual su visión de la lucha combinó, revolucionariamente, la defensa de los intereses de los trabajadores y campesinos, con la construcción de un poder de carácter popular y revolucionario, a nivel del estado panameño..
El carácter indómito y rebelde de Rodolfo Aguilar Delgado lo convirtió en un objetivo a atacar por parte de los latifundistas chicanos, la empresa trasnacional bananera y el estado oligárquico panameño, y esa trilogía reaccionaria usó como instrumento represor directo a la Guardia Nacional. El 24 de octubre de 1963, Rodolfo Aguilar Delgado fue detenido por uniformados y llevado a la fuerza al cuartel de Puerto Armuelles. Fue sometido a torturas, entre ellas, reiterados baños de agua caliente, golpes físicos, arrancadura de uñas, hasta cadenazos. Los gritos de dolor fueron escuchados por sus vecinos. El calvario que sufrió le provocó la muerte. Una carnicería que pese a todo no consiguió doblegar a Rodolfo, no quebró su voluntad de luchar un mundo mejor, hasta el último aliento de su vida.
A pesar del sufrimiento debido a las crueles torturas, Rodolfo Aguilar Delgado no delató a ningún compañero o compañera de lucha. Los policías matones encargados de su tortura actuaron de acuerdo a los lineamientos de represión proferidos por la tristemente conocida Escuela de las Américas, verdadero antro de dictadores dirigido por el Comando Sur de Estados Unidos, ubicado en la antigua Zona del Canal. Los tres uniformados cobardes que acabaron con la vida de Rodolfo Aguilar Delgado, todos miembros de la Guardia Nacional, fueron posteriormente procesados y sentenciados a varios años de cárcel, pero tiempo después fueron amnistiados. La jefatura de la Guardia Nacional de entonces, así como la Oligarquía Panameña, la transnacional gringa United Fruit Company y el Imperio Norteamericano, son los responsables intelectuales del asesinato.
El cuerpo inerte de Rodolfo Aguilar Delgado fue entregado a su familia sin embargo la misma vivió una tragedia y marcada por generaciones. La madre falleció por las secuelas derivadas de la muerte atroz de su hijo y otro familiar, tío de Rodolfo, murió de infarto al enterarse de su muerte. La familia desde entonces ha vivido por décadas con una profunda herida, un recuerdo doloroso que todavía hoy embarga a sus descendientes, que los hace llegar a las lágrimas cuando recuerdan a Rodolfo, su semblanza, su muerte y su abnegada dedicación al pueblo trabajador.
Sectores de la sociedad civil como el Colegio de Abogados se expresaron contra el asesinato de Rodolfo Aguilar Delgado y en la Asamblea Nacional su muerte fue objeto de intervenciones. En las décadas posteriores los sectores populares de Chiriquí se organizaron para mantener vivo el legado y memoria de Rodolfo Aguilar Delgado. En 1997, un corregimiento del distrito de Barú, fue bautizado con su nombre.
La lucha y el martirio de Rodolfo Aguilar Delgado deben ser conocidos por las nuevas generaciones de panameños y panameñas. Su sacrificio es un llamado a que reforcemos siempre nuestra convicción de luchar por la igualdad, la justicia social, y la soberanía nacional. El legado histórico de Rodolfo Aguilar Delgado nos deja claro que las ideas deben ser levantadas en lo más alto y defenderlas con temple, sin vacilación. Que en el mundo no hay poder financiero y violencia capaz de destruir una idea cuando esta es firme y está convencida de su carácter consecuente.