Pasados los 40 años de edad, un hombre tiene más experiencia en todos los sentidos, lo que hace que se esté en una posición más cómoda en cuanto a la vida en pareja.
Hace un par de años era común -para mí- tener relaciones sexuales con dos o más eyaculaciones.
Aquí aclaro que eso no era con cualquier mujer, tampoco era algo que se podía controlar.
Lo que si puedo decir es que para que eso sucediera la mujer me debía gustar mucho…
Hoy no voy a hablar de consejos médicos, voy a hablar de mi encuentro con Julia.
Hace un par de semanas acudí a comprar unas corbatas que me hacían falta.
En eso vi a Julia, me detuve a mirarla, en eso vi que tomó una falda… De pronto ella se volteó y me miró, solo me sonreí. Me acerquee un poco y le dije que la falta que se probado le lucía bien.
Julia es casada, lo sé por qué la conozco desde hace años debe tener 34 años. Con algo de curiosidad me preguntó a qué se debía mi halago.
Le respondí que era solo por conversar, al salir del lugar ella me hizo un poco de conversación, incluso tomó mi camino en lugar del suyo.
En eso la invité a tomar un café y ella aceptó, la miraba fijamente mientras ella me hablaba de que opinaba de la minería en el país.
No sé que me dio por bajar un poco la mirada y ella hizo un cruce piernas a lo Sharon Stone en Bajos Instintos.
Traté de pasar el incidente por alto, mentalmente me dije, es casada, solo es café.
El cruce de piernas se repitió más lento, en eso me acercó un poco a Julia y le digo en voz baja, me encantan los encajes -haciendo alusión a su bikini-.
En eso Julia me dice que se debe retirar, antes de despedirse me comenta al oído tal vez te enseñe un cachetero negro lindísimo que no he estrenado aún.
Le pasé mi número, ella quedó que me iba a llamar.
No busqué otro acercamiento con Julia hasta que ella diera señales nuevamente.
Comenzamos a chatear una cosa, llevó a la otra. Nos citamos en un hotel a eso de las 3 de la tarde de un lunes.
Julia mide 1.65 cm, pechos y un derrier firmes.
Se quitó el vestido que tenía puesto, note que está mojada antes de ponerle un dedo encima.
Ella se arrodilló, no para hacer una plegaria, me agarró el miembro con una mano desde la base mientras la movía lentamente.
Le sujeté del cabello fuerte mientras ella se movía hacia delante y hacia atraz.
Antes que pudiera avisarle me corrí, para mi sorpresa, ella se la tomó toda. Al notar que mantenía la erección, ella se acomodó en cuatro en la cama.
Le di una nalgada, la tomé por las caderas, me acaricié su clítoris con una mano. Apenas la penetré, sentí que se corrió empecé lentamente hasta llegar a los mil aplausos por minuto, en ese trajín no me di cuenta de que el condón se había roto por lo que ella se quedó con toda mi esencia calentita.