La pandemia del Covid-19 o coronavirus ha afectado al mundo entero. Es difícil para una persona como yo acostumbrada a estar 12 horas fuera de casa, estar técnicamente encerrado.
He aprovechado el tiempo para leer, ver algo de televisión, meditar y todo los que se les pueda ocurrir.
Con el tiempo a mi favor para pensar y estar conmigo mismo. En mi ritmo de vida estoy acostumbrado a estar sólo.
Anoche luego de ver un documental -de cuatro horas- me da por revisar el celular, son las 2 de la mañana, el tiempo vuela. Por razones de trabajo utilizó un sistema de mensajería ruso y el otro que todos utilizan. En ambas plataformas tengo varios mensajes.
¿ Qué haces, podemos pasar la cuarentena juntos?, ¿ Puedo ir a tu casa?, ¿Lindo, cuando me visitas?…..
En momentos como este complicados, la verdad es que no tengo cabeza para aquello…
Apago la luz y veo la mitad de mi cama vacía, se ve más enorme que nunca. Trato de dormir, lo consigo ya de madrugada.
Como trasnoché me despierto tarde, casi a mediodía.
Me levanto aletargado a preparar un café, regreso por el móvil y veo la misma imagen fría, la cama vacía.
Me siento en la sala desierta a tomar el destilado de petróleo que hice… Resiento el vacío de la habitación. De pronto me da por chequear los mensajes, tal vez tengo una invitación a comer… Me sorprende que nadie me ha escrito..
El último mensaje me llegó a las 2 y tanto, es el de una amiga -con derecho-, me mandó unas fotos en lencería, con el texto “Mira lo que te pierdes”.
Diana es una mujer esbelta, con una larga melena ondulada negra azabache, labios gruesos y rojos con una carita angelical.
La llamo para pedirle que me acompañe a la farmacia y hacer otras cosas…. Al escuchar lo que le dije se río a carcajadas ¿estás enfermo?, no soy tu mamá para cuidarte.
Lo tome con calma, espero a que termine de reír. Le respondo que me siento bien, solo que me pareció apropiado hacer algo diferente.
Ella contesta, “tú cojes de lo lindo, haces que uno se sienta bien, pero no eres el tipo de hombre con el que se pueda compartir algo más que una noche de pasión, la crianza de un hijo o una relación estable. Ahora, sabes que cuando quieras me llamas, me tendrás donde quieras, como quieras, cuando quieras, pero hasta allí.
La deje en visto y salí a caminar mientras pensaba que para mí es más fácil obtener una noche de pasión que una relación estable.
Yo que solo quería tomar un café, salir al supermercado y conversar, mejor me quedó en casa a ver si me hago compañía.