Al entrar en la adolescencia empecé a experimentar lo que defino como el síndrome de Alejandro Magno.
Alejandro, el gran conquistador se propuso ser mejor que su padre Filipo II de Macedonia.
Filipo fue el creador de la llamada falange Macedonia. Esta formación de infantería era muy eficaz contra los tebanos, Epaminondas y Pelópidas.
El padre de Alejandro logró dominar al mundo griego, por lo cual la tarea de superarlo era casi imposible.
Si han leído esta columna notarán que soy un ratón de biblioteca, me gusta la historia y la filosofía. Aunque no parezca soy creyente.
Me gusta el ajedrez, lo comparó con la guerra y la política, verán un peón -la pieza de menos valor-, si eres un buen estratega puedes capturar a otro peón un caballo, alfil, torre y reina, depende del jugador.
Me llama mucho la atención líderes militares como Aníbal y Asdrúbal Barca o Escipión el Africano.
Creo que la historia no ha sido justa con Pausanias quién tuvo que llenar los zapatos del gran Leónidas de Esparta lo cual no era fácil.
Han pasado cientos de años y el mundo entero recuerda Batalla de las Termópilas, donde Leónidas junto a una fuerza de unos 5 mil hombres logró frenar el avance de la invasión del Imperio persa de Jerjes I
Para mi concepto debemos dar gracias que Hitler era un narcisista, megalómano que no confiaba en el mariscal Manstein, con esto no le restó mérito a los generales soviéticos Gueorgui Zhúkov y a Semyon Timoshenko
También me gusta la poesía -Benedetti, Neruda, Bécquer-, soy medio cursi.
Aunque a veces parezca tosco no lo soy, me gustan los detalles y demás, solo que la vida me ha enseñado que a las mujeres les puede gustar, pero en el fondo predomina el instinto y por eso el macho alfa es el que gana la batalla de cortejos.
Eso puede hacer que un hombre levante barreras en cuanto a relaciones amorosas, es decir, consciente o inconscientemente evitas los te quiero o los te amo, no porque no lo sientas, es porque se puede convertir en un bumerán y estallarte en la cara.
Hay personas -hombres y mujeres-, que juegan a pedir sin dar nada. Se alejan y luego vuelven para exigir que las quieran, como si nada uno sintiera.
Lo que parece inverosímil es que llegas a ser su confidente y luego en el momento menos esperado, te dicen ya no te quiero sin ninguna explicación.
Si llegaron hasta esta parte se preguntarán ¿qué demonios tiene que ver el mundo griego y las guerras médicas o púnicas con el amor?
Una amiga me preguntó por un viejo amor, el cual pensé que estaba superado, de pronto comencé a hablar de los griegos y cuanta paja se me venía a la cabeza, hasta que me tomó la mano y me dijo, ya basta… Siempre haces lo mismo, te pones a hablar de historia para desviar el tema que no te gusta.
Al parecer es mi forma de evitar pensar en lo que me incomoda o hace algún tipo de daño.
