InicioEntretenimientoUna aventura con la pasante engreída

Una aventura con la pasante engreída

Cuando tenía unos 14 años me chocaba que las compañeras del colegio o vecinas salieran con alguien mayor.

Recién cumplí los 44 años, he subido algo de peso es notable las canas, entre otros rasgos de la edad.

Podría decir que ahora puedo ligar más fácil, lo que se me hace algo contradictorio.

Hace unas semanas fui a un convivio con algunos colegas. Incluyendo a los pasantes.

Al terminar el evento académico tuvimos la oportunidad de compartir en el área social del hotel de campo en el cual estuvimos.

Un grupo decidió ir a una discoteca, la verdad no me agradó la idea. Vi como los compañeros de mi edad y los de más veteranos intentaron ligar a las pasantes, aplicando la técnica de cartera mata galán.

Me dio la impresión que las chicas los marearon sin llegar a nada concreto.

Me quedé con Paula, una colega de mi edad hablando de no sé qué tema en la piscina y una botella de vino. Cuando notamos a 4 de las pasantes que se metieron al agua en vestido de baño de dos piezas.

El escenario se convirtió en una pasarela a tal punto que Paula se retiró, ya que se sintió incómoda.

Una de las chicas me abordó y me sugirió que cambiará el vino por una botella de Buchanan.

La verdad dije que no y me despedí, sin caer en el coqueteo.

La semana después al convivio me enteré de que las chicas corrieron el rumor de que me la daba de exquisito.

La más molesta era Dianita, la que todos le querían complacer. Cuando Arturo -un compañero- me indicó que estaba loco por rechazarlas en la piscina le indique que Diana era una cooperativa. Uno paga el apartamento, otro la universidad, otro la letra del carro y así.

Más tarde salí a comer a la Vía Argentina y por cosas de la vida se sentó en la mesa del frente a esperar a las otras chicas. Yo disfrutaba de un té de canela. Ella a manera de mofa se me acerca y me dice como está el viejito. Sonreí y le respondí “no soy el viejo de tu cita a ciegas”.

Me insultó gritándome eres un estúpido. Le respondí que para salir con ella, debía pagarme, ya que aparte de lo físico no tenía nada que ofrecer.

A los tres días una de las pasantes me comentó que mi comentario la ofendió mucho y que no quería regresar al despacho. Me sentí culpable y me acerqué a la universidad donde estudia para disculparme.

Le regalé unas entradas a una obra de teatro muy famosa. La chica sacó su wallet para pagar mi visita a la universidad tal como yo lo había mencionado.

Le dije que le pago era un raspado en el parque de la Rampa de Punta Paitilla. Aceptó y disfrutamos de un atardecer viendo el va y ven de las olas.

De pronto me tomó de las manos, las miraba con algo de curiosidad. Al momento de despedirme me preguntó ¿No vamos a otro lado?

Le respondí no pretendo ser tu sugar daddy. Ella me besó y nos fuimos a un lugar más intimo.

Antes de entrar me dijo la cita es a medias…

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