Al tomar Calle 50, a eso de las 11:00 P.M., veo caminado a una chica que va descalza, me detengo para comprobar si es la pasante Pérez.
Me detengo, me bajó y le digo que si la puedo llevar, -tiene los tacones en la mano, el maquillaje corrido-.
Le digo en un tonó suave, abre la guantera, allí hay pañuelos desechables y toallitas húmedas.
Paso por una bomba de gasolina, pido un café negro y un chocolate -creó que la escuche una vez decir que le gusta el chocolate caliente-, le brindó la bebida.
Para romper el hielo, comienzo a preguntar cosas como: ¿Qué tal el trabajo?. No converso mucho con Cindy -ese es su nombre de pila-.
Disfruto mucho el café a la hora que sea, pero esa noche sentía una incomodidad.
¿Dónde te puedo llevar?.
En lugar de responderme, llamó a la otra asisten legal -Gabriela-.
Cindy: Hola Gaby, tenías razón, me estaba quemando. Lo encontré en el apartamento con una tipa.
Me fui de la casa, uno de los abogados del trabajo me encontró y me recogió. El licenciado Nassar.
Caballero Sin Menoría: ¿Santiago Nassar?. ¿Así me llamaban?.
Cindy: Sí, es una bromita entre nosotras. Gaby dice que puede ir a su casa.
Cuando llegamos le envió la ubicación.
Preparé un té de jengibre con canela, es un buen relajante, medicinal. La verdad es que tenía 2 six packs de Heineken en la nevera, pero no quería darle alcohol.
Como a la media hora llegó Gaby, en mi mente me alegré tanto.
Estas niñas deben tener como máximo 24 años.
Mientras ellas hablaban me preparaba unas tostadas con mantequilla de ajo casera.
Cindy comenzó a llorar mientras le contaba a Gaby, todo lo que sucedió.
De pronto las Gaby se desabrochó el pantalón, como si estuviera en casa.
Las deje en la sala mientras me cambiaba, dándole tiempo a que hablarán y se fueran.
No se me demoré unos 10 minutos, cuando vuelvo a la sala esperando que ya están de salida, veo que se están tomando las Heineken.
Oiga ya es algo tarde, ¿nos podemos quedar?.
En ese momento me di cuenta de que la niña me había hecho un movimiento de pinza.
El movimiento de pinza es una táctica militar. Es cuando un ejército se divide y se coloca ambos lados del contrario, dejándolo sin salida.
Era evidente que esta muchachita me estaba retando.
Como ya estoy en la trampa de Gaby, decido contraatacar al estilo del mariscal Erich von Manstein.
Cindy quedó rendida con las cervezas.
De la vinera saco una botella, sirvo dos copas. Enciendo la radio, estaba sonando Take My Breath Away de Berlin.
Ella sigue con el pantalón desabotonado, dejando entrever una prenda íntima de encaje negro.
Entablo una conversación.
-¿No tienes novio Gaby?.
Si claro, fue su respuesta.
Caballero Sin Memoria: Disculpa si soy algo aburrido para tu gusto.
Gaby: No para nada, la verdad nosotras -las pasantes-, nos preguntamos ¿cómo es usted en realidad?.
Caballero Sin Memoria: ¿Por qué razón?.
Me acerqué a ella, puse mi mano en su pierna. La besé y mientras lo hacía me desabroche el pantalón.
Ya estamos igual cariño.
Le quité la blusa y el pantalón. Tenía un brasier y cachetero negros. Me dediqué a acaricir sus senos, metiendo mis dedos entre la tela y rozándola sus pezones. Ella solo gemía.
Mientras jugaba con sus pechos le iba besando el cuello, las orejas, los labios. Sentí como se iba excitando.
La besé desde el cuello hasta los senos, desabroché su brasier, mis labios atraparon sus pezones mientras acariciaba su trasero y sus piernas.
Ella misma se quitó el cachetero y susurró mételo.
Le abrí las piernas y empece a darle besos y lenguetasos en su conejita. Ella arqueaba las caderas.
Se puso en cuatro en el sillón, la tomé por la cintura y empece a embestirla. Gaby alcanzó dos orgasmos en esa posición, para terminar la velada la llevé a mi cama.
Esta vez la niña quiso cabalgarme, esta vez los dos logramos llegar al mismo tiempo.
A la mañana siguiente le pregunté ¿por qué me dices Santiago Nassar?.
Porque todas sabían que te iba a comer menos tú.
