Hace algunos días un colega extranjero que me conocí al comienzo de mi carrera me hizo un comentario con un toque de cinismo.
“Sigues siendo el mismo o ya eres otro Charles Foster Kane”, solo sonreí.
Para ponerlos en contexto, Kane incursiona en el periodismo para ser la contra parte de la prensa complaciente del poder económico y poco a poco termina captado por el sistema.
Lo que me recordó que tenía unos apuntes sobre este tema.
Por lo complejo del análisis de esta película, el cual debe incluir el guion y la puesta en escena, debo dividirlo en dos.
Bueno, la primera vez que escuche sobre Citizen Kane o el Ciudadano Kane, fue a principios de la década de los 90, cuando un primo que debía tener como 25 años hizo analogía incomprensible para un niño de 8 años.
Un par de años más tarde vi un capítulo de Los verdaderos Caza fantasmas -la serie animada de Los Caza fantasmas de los años 80- que hacía referencia al Ciudadano Kane sin mencionarlo, algo muy típico del cine y la televisión -un día les escribiré de este tema-.
Era sobre un castillo o una mansión donde aparecía un fantasma que atormentaba a la gente y repetía Pimpollo una y otra vez, en clara referencia a la palabra Rosebud del Ciudadano Kane.
Por su parte, en ‘Los Simpson’ han parodiado al Ciudadano Kane una y otra vez en el transcruso de 30 años.
He visto el Ciudadano Kane unas 12 veces sitios de películas viejas. Debo separar el tema cinematográfico de la trama.
Hay que mencionar que el filme tiene casi 82 años, su impacto en la cinematografía está vigente.
En este punto debemos recalcar algo un veinteañero Orson Welles , dirigió este filme que ha trasgredido el tiempo como una de las mejores películas de la historia.
Primero que nada, el guion escrito por Herman J. Mankiewicz propone una estructura dramática, es sin lugar a duda la más revolucionaria y atrevida hasta ese momento -1941-.
La historia se centra en la vida Charles Foster Kane (interpretado por Orson Welles), un magnate de la prensa que tiene una enorme riqueza e influencia. A pesar de todo lo anterior, no alcanza el cargo político ni el amor que ansía.
El uso de contraplanos, iluminación del Ciudadano Kane, marcaron las directrices del séptimo arte hasta nuestros días.
La iluminación de ciertas escenas refleja las características de Kane, según cuente el narrador. Otro ejemplo de la dirección magistral de Wells es que en algunas tomas se tuvo que poner la cámara a ras de piso para poder magnificar a los personajes, algo sumamente revolucionario para principio de los años 40.
Las elipsis juegan un papel fundamental en lo que el director utiliza para contar como Kane pasa de ser un idealista a convertirse en lo que él más odiaba.