Por Grisel Bethancourt
Me despierto pensando, si seremos los únicos periodistas que estamos enfrentando una situación tan difícil a nivel laboral y económica como Panamá.
Nuestras cifras de bajas y cesados están en rojo, como los números de la economía o la que asciende a más contagios en el país. Una comparación triste, pero real.
Somos parte del 20% de trabajadores cesantes, despedidos y que no forman parte de ninguna lista por ser independientes en el país, máxime que el periodista no tiene ley que lo ampare, ni idoneidad que le otorgue beneficios laborales para el desarrollo de sus funciones en un medio de comunicación.
La pandemia Covid-19 transformó la formalidad del trabajo que se realiza en Panamá, muchos profesionales dependientes de medios de comunicación. Un periodismo de redacción, de reportería diaria y que en ocasiones cuando destapa escándalos estos trascienden y mueven las esferas gubernamentales, del poder económico y político con fuerza. Por allí surgen las estrategias apagafuego.
Lo ocurrido con la Covid-19 es una de esas alarmas que se encendieron rápidamente. Todos se preguntan, cómo en medio de la tragedia, donde hay muertes, enfermos, desempleados, hambre, se puede jugar triplemente con el dinero de un pueblo. El poder en sus más altas esferas, ha demostrado la insensatez y corrupción a la máxima expresión. La salud publica de las minorías no es una prioridad.
Los periodistas siguen a pesar de tener menos del 37% o 50% de su salario, trabajando a todo vapor, desde sus casas, algunos en la redacción y otros sorteando las vicisitudes, pero no han dejado de informar. La solidaridad ha sido la base fundamental de este gremio, que dentro de la pandemia ha tenido sus afectaciones de salud y desesperanza en un futuro más que incierto.
La reinvención de un estilo propio, nativo, virtual, ha permitido descollar a varios periodistas que con su olfato, están informando como una alternativa a lo formal que ya no tiene espacio. Ese espacio, es verdadero? Creo que no ha existido, es prestado. Me decía un colega, es que pueden existir aquellos pensamientos de un estándar de los ochenta.
El tiempo nos llevó a desarrollar una plataforma de ideas competitivas en el periodismo, a modernizar la información para redes sociales, a ser más atractivos y a competir en periodismo con el modernismo informativo que prospera en Colombia, Brasil, Guatemala, México, Argentina, Venezuela. El común denominador en estos países es un periodismo que ha sufrido y se ha reinventado de forma obligatoria. Nos llevan la delantera, en esta estrategia de supervivencia.
Necesitamos adecuarnos a los datos, al periodismo de investigación, a la profundidad literaria, como a la especialización. Los diarios nacionales han tenido que dar ese giro, porque el entorno multimedia prevalece ante la constante articulación de medios que se funden con la tecnología.
No es una crisis en nuestros contenidos, es la innovación de los mismos, del avance hacia un mejor periodismo enfrentando a los poderes de gobierno, al económico y político de forma independiente. Nos estamos convirtiendo en la parafraseada nueva normalidad del periodismo formal. Frase que aún no termino de asimilar.
Creo que a los más de 200 colegas comunicadores que pasan por momentos difíciles tendrán que ajustarse al periodismo después de oportunidades y nuevas tendencias.
Al final resolví la respuesta, Chile, Ecuador, Colombia, Argentina, México por decir algunos importantes, a través de sus sindicatos y colegios de periodistas han pedido protección, seguridad sanitaria y ayuda económica para salir adelante. Esta pandemia nos tocó a todos, sin bajar la guardia frente al silencioso mal que nos acecha y rompiendo el verdadero desafío, la cruel desinformación existente.
