Las personas con condiciones socioeconómicas menos favorables tienen más dificultades para cumplir todos los requisitos de educación para un empleo y, además, este sector de la población, de manera más marcada, enfrenta importantes desafíos para continuar estudiando.
En el caso de Panamá, el 41% de las personas en condiciones socioeconómicas menos favorables no continúan sus estudios por no contar con dinero suficiente, mientras que el 17% dijo que no sigue estudiando porque no dispone de tiempo por tener que dedicarse a su familia o por otros temas personales y el 16% porque le dedica la mayor parte del tiempo a trabajar.
Así se desprende de la investigación de McKinsey & Company denominada: La diversidad socioeconómica en el entorno de trabajo, que, además de Panamá, fue realizada en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú.
Este informe también revela, a nivel regional, que casi el 90% de las personas sin movilidad social dijeron que han enfrentado dificultades para continuar con sus estudios, especialmente por falta de dinero y de tiempo.
“Los datos revelan que los trabajadores con condiciones socioeconómicas menos favorables aún están rezagados frente al resto. Este informe brinda a los líderes las herramientas necesarias para avanzar un paso más en la creación de entornos de trabajo diversos e inclusivos”, expresó Julio Giraut, socio de McKinsey & Company y Office Manager para McKinsey en Panamá.
La investigación en la que participaron más de 5,400 personas con múltiples atributos de diversidad en términos de género, raza, orientación sexual y condiciones socioeconómicas, también examina los desafíos específicos que las personas con condiciones socioeconómicas menos favorables pueden enfrentar a lo largo de sus vidas profesionales.
Desconocen planes de carrera y universidades
Entre esos desafíos, la investigación arrojó que en Latinoamérica las personas con condiciones socioeconómicas menos favorables suelen carecer de información adecuada acerca de planes de carrera, calificaciones y universidades. Por ejemplo, solo la mitad de las personas con condiciones socioeconómicas menos favorables conocen cuáles compañías podrían proponerles buenas oportunidades de carrera.
Además, aproximadamente el 65% de los individuos de este grupo no sabían qué universidades les ofrecían buenas perspectivas de carrera, no conocían los criterios de admisión, o ni siquiera qué carrera escoger, en comparación con el 45% del grupo con condiciones socioeconómicas más favorables.
Este es el caso de Panamá, donde las personas con condiciones socioeconómicas menos favorables carecen de información suficiente sobre las oportunidades en empresas y universidades.
También tienen acceso a una variedad limitada de puestos de trabajo, ya que tienen más dificultades para cumplir todos los requisitos de educación comúnmente exigidos en procesos de selección. Un ejemplo de ello es el dominio del idioma inglés, que se ha vuelto un requerimiento frecuente en el contexto corporativo latinoamericano.
Las personas con condiciones socioeconómicas menos favorables quizás no hayan tenido las mismas oportunidades que sus pares más favorecidos para aprenderlo. Mientras que el 35% de las personas encuestadas sin movilidad social dijeron tener un nivel intermedio o superior de inglés, en los perfiles socioeconómicos más altos ese porcentaje llega a 66.
Incorporación de perspectiva socioeconómica
Frente a esta realidad, queda en evidencia que la diversidad socioeconómica, un aspecto aún poco explorado en las agendas corporativas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DE&I), es clave para liberar todo el potencial de estas iniciativas y puede generar beneficios significativos para las compañías y la sociedad.
En ese contexto, de cara al futuro, existen cinco acciones clave que las empresas pueden implementar para incorporar una perspectiva socioeconómica a sus agendas de DE&I:
- Hacer un seguimiento cuidadoso de la composición de su fuerza laboral teniendo en cuenta las condiciones socioeconómicas de los colaboradores y monitorear el grado de bienestar en cada grupo;
- Reestructurar el proceso de reclutamiento y expandir el banco de talentos, eliminando requisitos de admisión no esenciales, rediseñando el proceso de entrevistas y ampliando la comunicación de oportunidades;
- Ofrecer capacitación adicional para complementar habilidades duras, blandas e idiomáticas;
- Elevar el sentido de pertenencia de los colaboradores fortaleciendo aspectos como formación de redes, role modeling y representación en el liderazgo; e
- Incorporar una perspectiva socioeconómica a los procesos anti-sesgos para garantizar condiciones equitativas de avance en la carrera para todos.
“Esta es la primera investigación de su tipo en examinar la diversidad socioeconómica en las compañías de Latinoamérica. Nuestro trabajo contribuye a los esfuerzos por crear un entorno laboral inclusivo y ayudar a las personas a desarrollarse y triunfar más allá de su origen socioeconómico”, puntualizó Giraut, socio de McKinsey & Company.