Por Jorge I. González
Lic. en Derecho y Ciencias Políticas.
La marcha universitaria del miércoles 21 de junio, realizada por las fuerzas vivas de la Universidad de Panamá, UP, convocada en defensa del presupuesto universitario y que fue encabezada por el rector, Dr. Eduardo Flores Castro, logró reunir y movilizar a miles de universitarios (as) pertenecientes a los tres estamentos que componen la casa de Octavio Méndez Pereira.
Desde horas tempranas de la mañana, miles de estudiantes, profesores y administrativos, se aglutinaron en el Campus Central de la UP, con la participación de todas las facultades y representaciones de los centros regionales, extensiones universitarias y programas anexos de la institución, provenientes de las diferentes provincias del país.
De forma entusiasta y convencida, los universitarios y universitarias salieron en caminata desde el Campus Central hacia los predios del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). A lo largo de la marcha alzaron su voz con consignas en defensa de la educación superior y llevaron pancartas exigiendo un mejor presupuesto. La lluvia no fue un factor desmovilizador.
La comunidad universitaria se hizo sentir como un solo haz de voluntades, recorriendo masivamente la principal avenida de la ciudad capital, la Vía España. Al llegar la marcha a las instalaciones del MEF, un cordón de policías con uniforme de soldados en arreos de combate, fue la inadecuada forma que diseñó el gobierno para recibir a los universitarios y universitarias. Actitud del ejecutivo que refleja como los gobernantes entienden las necesidades y reivindicaciones de los sectores educativos, asumiéndolos con hostilidad e incluso, indiferencia, a consecuencia de la racionalidad neoliberal como política de estado que condiciona los derechos sociales a la preeminencia de la oferta y demanda como medio de adecuación de los recursos, obviando que la lógica de lucro no aplica a la defensa de derechos sociales, pues específicamente, desampara a las clases y grupos sociales de escasos recursos económicos.
La Universidad de Panamá presentó al MEF una propuesta de presupuesto de 389 millones de dólares para el 2024, significando 35,000,000 (treinta y cinco millones) de dólares más que 2023, de acuerdo a declaraciones ante los medios de comunicación del rector, Dr. Eduardo Flores. . Cabe mencionar que ya en 2022, la Universidad de Panamá tuvo que pronunciarse para que el presupuesto recomendado por el MEF para este año en curso 2023, no fuese inferior al aprobado en 2022. Esta situación lamentable ocurría por primera vez en la historia nacional.
La Universidad de Panamá ha crecido exponencialmente durante la pandemia y posterior a ella, elevándose su matrícula a los 95,000 (noventa y cinco mil) estudiantes y tiene presencia en toda la geografía nacional, con una planta de 5,000 (cinco mil) docentes y 5,000 (cinco mil) funcionarios administrativos (as). Se construirán nuevas instalaciones para albergar nuevas dependencias como el Centro Regional de San Miguelito, Crusam, además de nuevas sedes para el sector académico de la salud, entre otras innovaciones. El aumento de la matrícula de estudiantes en años recientes demanda una adecuación de la infraestructura y de los servicios que brinda la Universidad de Panamá para atender a la creciente población de educandos.
La Universidad de Panamá es la segunda más grande en cantidad de estudiantes en Centroamérica, superada solo por la Universidad de San Carlos de Guatemala, que tiene más de 220,000 estudiantes. Cabe anotar que tanto Guatemala como el resto de países de Centroamérica, tienen todos más habitantes que Panamá, lo que analizando comparativamente la cantidad de estudiantes habitantes en la región, demuestra la trascendencia y el peso de la Universidad de Panamá en el país y la zona centroamericana.
No obstante, la magnitud de la Universidad de Panamá y su aporte en cuadros profesionales a la vida económica y social, no se traduce en un presupuesto proporcional a su impacto. Así las cosas, vemos, por ejemplo, que la Universidad de Costa Rica, UCR, con menos de 50,000 estudiantes, tiene un presupuesto de 500,000,000 (quinientos millones) de dólares. En cambio, la Universidad de Panamá, con el doble en estudiantes, tiene menos presupuesto.
El progreso no se mide por altos edificios y postales de esplendor mobiliario, sino por los índices de desarrollo humano, por la calidad y condición de vida, esto es, la inversión en salud pública, educación, calidad de ambiente, acceso a la cultura, seguridad ciudadana, etc.
La concepción neoliberal es el pensamiento predominante en los actuales gobernantes y elites económico-políticas panameñas, dejando en el desamparo a millones de nacionales de sectores populares, bajos y medios en claro deterioro, cuyas necesidades en educación, salud, vivienda y trabajo, no son garantizadas suficientemente por la gran empresa, pues la misma se rige por el lucro y una visión fundamentalmente transitista, en desmedro de la producción industrial y el campo, generando ello falta de soberanía y seguridad alimentaria, dependencia e insuficiente diversificación de la oferta laboral. En estas circunstancias, el estado está en el deber constitucional de cumplir con la obligación de la función de carácter social, esto es, anteponer el interés de las mayorías en los distintos órdenes de la vida social.
El retroceso del Estado en el aseguramiento de los derechos sociales se traduce en una alta proporción de desigualdad social, el aumento de la brecha de ricos y pobres, así como en las estadísticas de desempleo, informalidad, bajos salarios, inadecuada infra estructura educacional, repercutiendo en males sociales como la inseguridad, entre otras problemáticas sociales.
La periódica lucha año tras año de los universitarios y de las universitarias por un mejor presupuesto, se contextualiza en el marco de la contradicción antes descrita y que es de carácter estructural, es decir, la contradicción entre los derechos y necesidades sociales del pueblo contra el modelo capitalista neoliberal, seguido por los poderes políticos y principales grupos empresariales de la nación.
Un gobierno que destina 200 millones de dólares para una descentralización instrumentalízala con fines electorales, sin mecanismos reales de supervisión ciudadana, que además, asigna 20 millones de dólares a la compra clientelar de jamones navideños y otros tantos millones más a propaganda, en tanto que, por otro lado, ese mismo gobierno busca mediatizar el presupuesto en educación, atentando contra la salud, limitando los recursos al único Instituto Oncológico Nacional del país contra el cáncer; son todos factores que en su conjunto configuran una administración de estado cuya agenda no contempla la inversión en desarrollo humano como una máxima auténtica. Cuando un poder no determina el bien común como prioridad es porque el interés personal pasa a ser central entre los que ejercen el poder y esa característica viene a representar el contexto ideológico propicio para la corrupción.
La Universidad de Panamá, concebida históricamente como la conciencia crítica de la nación, es un baluarte del proyecto del estado nacional, un epicentro de pensamiento crítico y de la identidad cultural, un espacio académico y sociopolítico de búsqueda de soluciones y de beligerancia por los problemas del país. Nuestra universidad, comprometida con el progreso social y la liberación nacional pese a los nubarrones del imperialismo (al decir de Octavio Méndez Pereira), es por su naturaleza una antítesis del neoliberalismo, pues encarna los intereses acumulados de nuestro pueblo por la independencia económica, el desarrollo de las fuerzas productivas con carácter nacional y de sentido con justicia social.
Cuando atacan la base presupuestaria de la universidad, buscan desarticularla en su yugular. Sin embargo, en defensa de la educación superior democrática estará siempre la convicción de los universitarios panameños y panameñas, como quedó patentizado en la gran marcha del 21 de junio.