La otra tarde al salir del trabajo decidí visitar a Miguel -un colega-, para adelantar un trabajo y de paso charlar un rato.
Antes hice una parada en Multiplaza para comprar un par de botellas de vino y queso para la reunión.
Al salir no recordaba donde había dejado el carro -no sé si a ustedes le pasa tan seguido como a mí-, en eso escucho a una señora quejarse porque una pareja se daba unos besos en el estacionamiento, solo me reí y me fui.
Cuando terminamos el trabajo y también los vinos volví a casa. Comienza a llover y en medio del tranque me acuerdo de la doña puritana. Me viene a la mente entonces, mi vida universitaria y que mientras estudiaba también trabajaba en un restaurante de comida rápida.
Lo que más recuerdo de ese empleo fue una ocasión cuando me dirigía a buscar unas bolsas de papel para los pedidos a domicilio y haber visto a Eva la cajera, acomodarse la blusa, mientras que Luis, el jefe, se subía la cremallera.
Tomé las bolsas y bajé las escaleras mientras pensaba en lo raro de echar un “rapidín” en el trabajo.
Más adelante cuando estaba en el campus, por las tardes solía ir con Estelita, mi novia, al Teatro Universitario al Aire Libre o Tual, pero sólo para conversar, leer o comer un emparedado.
También recuerdo a parejas que se entregaban a manoseos y besuqueos. En una ocasión un día que había una protesta, nos tocaba recoger piedras en la colina –camino a la rectoría-, iba con unos compañeros de Humanidades y Arquitectura, cuando escuchamos un ruido tipo aplausos, no era por nuestra lucha, era porque mientras unos exigíamos nuestros derechos ellos disfrutaban del doggy style -si no sabe pueden buscarlo en Internet-.
Cuando se es joven, no tienes casa propia o dinero para dar rienda suelta a la pasión de la juventud y es por eso por lo que a esa edad aprovechamos cualquier oportunidad para un toqueteo.
De los mejores o peores lugares para tener sexo
Recuerdan cuando el uso del transporte público era por obligación los conocidos, amados y a la vez odiados “Diablos Rojos”, bueno una noche al acompañar a una novia a su casa tomamos uno de la ruta Veranillo. Esos tenían su piquera detrás del Centro Comercial Los Andes. No era tan tarde y el bus se fue vaciando poco a poco, ya casi al final del recorrido comenzamos a tocarnos, de pronto ella me bajó el zíper. Yo quedé espantado con el corazón a mil por minuto, creí que solo sería una cubanita pero no… Ella inclinó su cabeza, tomó mi miembro con firmeza y me hizo un oral, entre las curvas y la música alta.
Seguí haciendo memoria sobre encuentros sexuales en lugares poco comunes… En el carro es algo trillado… A veces lo prohibido o la sensación de que te puedan encontrar agrega adrenalina al asunto.
Una noche fui al apartamento de una amiga y un poquito más… Ella vivía con su hijo que tenía como 16 años, razón por la cual no tenía en mente nada… La anfitriona me daba unos besitos de vez en cuando, con el miedo de que el adolescente nos descubriera, luego comenzó a acariciar mi pierna… Para bajar la temperatura pedí el baño… Me eché agua en la cara… Comencé a reparar las cosas que había en el baño, champús, toallas sanitarias, jabón íntimo, etc… En eso escuchó que tocan la puerta, abro y me dan un beso para callarme… Me enseña un condón. Me susurra al oído siéntate bobo… Se sube la falda, para mi sorpresa no tenía más nada puesto… Hicimos un “rapidín”, lo más curioso es que el hijo no se dio cuenta por estar jugando free fire o Call of Duty, no recuerdo, increíble que en ese momento su mundo sea ese y no hay más nada fuera, ni por enterados que llueve, truena y relampaguea.
A esa edad yo tenía videojuegos, pero no recuerdo que fueran tan adictivos; los que más me gustaba eran Fifa, Final Fantasy, Zelda Street Figter, entre otros.
Retomando el hilo, hay gente que lo ha hecho en el trabajo, eso dependerá de cuál sea la oficina, no es igual en una fábrica o un restaurante. En mi caso lo más atrevido fueron unos besos y un arrope un lunes por la mañana en la salita de reuniones de un trabajo que tuve hace mucho tiempo.
Pero recuerdo que cuando fui pasante, acompañé a una secretaria que era del interior y que vivía en un apartamentito cerca de lo que ahora es el Municipio de Panamá. En medio de la caminata desde Avenida Balboa, se vino un fuerte aguacero, no había ni un solo taxi, así que corrimos y nos metimos en un zaguán de una de esas casas de opulencia abandonada en Bella Vista, no sé ni cómo empezamos a besarnos, una cosa llevo a otra y lo hicimos en ese lugar tan incómodo.
Ya en la edad madura se verán esos encuentros como atrevidos, ¿Quién en algún momento no le gustaba la adrenalina del sexo en cierto tipo de lugares? ¿Cuéntame en qué lugares inhóspitos lo has hecho tú?