Ser madre es el regalo supremo y maravilloso que Dios ha dado a la mujer, cambiando no solamente su mentalidad y conducta, sino que, además, las lleva a enfocarse en nuevas metas personales y profesionales, orientadas en dejar huellas profundas en la sociedad, que la convierte en inspiración para que ese hijo/a, se sienta orgulloso/a de lo que es capaz de realizar una madre.
Uno de estos casos es el de la Dra. Mariela del Pilar Pérez, quien labora desde hace 12 años en la Caja de Seguro Social donde funge como pediatra en el servicio de urgencia pediátrica del Hospital “Irma De Lourdes Tzanetatos”, siendo también el apoyo de su familia, ella nos indica que su profesión fue elegida más que todo, inspirada por su madre a quien observó por más de 30 años, cuando trabajaba como médico pediatra en el Programa de Niño Sano en la Policlínica “Manuel María Valdés”, aprendiendo de ella su carisma y trato al atender a los niños.
«Esa milla extra, con el niño y su madre, es un sentimiento que quedó impregnado en mi mente y corazón, es un aprendizaje que perdura; y hoy día, como especialista en el servicio de urgencias, atiendo niños con enfermedades crónicas, parálisis cerebral y retraso, poniendo nuestro grano de arena, apoyamos a esas madres que angustiadas traen a sus hijos para una atención médica; en ocasiones solicitando la intervención del Departamento de Trabajo Social y otras especialidades, garantizando medicamentos y que ese niño pueda cumplir el tratamiento recetado por el médico pediatra».
Entre tanto, la enfermera pediatra Ariani Espinosa, quien labora desde hace 23 años en la institución y cuenta con 19 años de experiencia en esta especialidad, se inclinó a estudiar pediatría por una experiencia de vida, al traer al mundo a un bebé prematuro de 32 semanas; y a través de esta vivencia su deseo de estudiar esta especialidad aumentó, para brindar atención y cuidados a esta población vulnerable, que son los niños.
La experiencia de brindar atención a la niñez enseña la fortaleza que posee cada niño, pese a las situaciones o adversidades que pueda atravesar, siempre hay en ellos un poder inquebrantable de salir adelante. «He aprendido que los niños son herencia de nuestro Dios Supremo y su especial tesoro, por eso me siento honrada de poder servirles, protegerlos y cuidarlos cuando así lo necesiten», finalizó la Lcda. Espinosa.