El aporte de la sal en las comidas es imprescindible en el paladar, pero… ¿cómo debemos consumirla, sin que perjudique a nuestra salud? y, también, hay que decirlo, no se puede prescindir de ella, no solo porque sazona nuestros alimentos, sino porque es necesaria para el buen funcionamiento de nuestro organismo.
Es por ello que el Dr. Pablo González, médico al servicio de la Caja de Seguro Social (CSS), se ha dado a la tarea de instruir a los pacientes de la Policlínica «Juan Vega Méndez», sobre este tema, a través de una serie de docencias que imparte oportunamente en la conmemoración de la Semana de la Sensibilización Sobre el Consumo de la Sal.
El galeno explicó que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de este producto no debe sobrepasar los 5 gramos diarios por persona, en individuos que no padecen de enfermedades preexistentes, especialmente las denominadas crónicas-degenerativas, ya que su excesiva ingesta, puede deteriorar notablemente la salud, siendo causante de múltiples patologías, tales como hipertensión arterial, diabetes e insuficiencia renal crónica.
El Dr. González sostiene que los pacientes que padecen de hipertensión deben reducir, aún más, la ingesta de este sazonador, hasta un máximo de 3 gramos por día.
En ese mismo sentido, recomienda a los pacientes con insuficiencia renal crónica, limitarse a consumir un gramo y medio diario o, como mucho, 2 gramos al día.
¡La sal es necesaria para el organismo!
La dieta con 0 sal es dañina para nuestra salud, ya que los neurotransmisores del sistema nervioso necesitan del sodio para funcionar adecuadamente, explicó el profesional de la salud.
Es por ello que es frecuente observar en el servicio de urgencias a muchos adultos mayores que les imponen dietas sin sal, pensando sus familiares que están cuidando de su salud, pero lejos de eso, le ocasionan graves problemas, como los son debilidad, mareos y otros.
Al restringirles el sodio, provocan niveles muy bajos, lo cual explica sus síntomas, detalló el Dr. González.
Podemos concluir que, como dice el viejo y conocido adagio, “todo en exceso es malo”; debemos consumir con mesura este producto, para no enfermarnos, sin ser radicales y dejarlo por completo, ya que eso también nos afecta.