Por Jorge I. González
Abogado con estudios de Derecho Internacional.
“A propósito de la anunciada designación del senador Marco Rubio como posible secretario de estado de EE. UU. Dirigente de la derecha radical cubano norteamericana y voz de la línea dura del discurso hegemónico imperial.”
El triunfo electoral de Donald Trump no es la victoria del falso aislacionismo, ni mucho menos el fin de la conflictividad expansionista norteamericana, muy por el contrario, el ascenso al poder del partido republicano bajo la dirección del trumpismo, ahora aliado a los halcones republicanos tradicionales conservadores, es un acontecimiento político de magnitudes que representa un redireccionamiento de las prioridades tácticas y estratégicas de la política exterior de Washington, específicamente, en función a la reafirmación de su hegemonía imperial en América Latina, el Medio Oriente y la zona Asia Pacífico, puntualmente en dicha región del globo, el asedio comercial, político y militar contra la República Popular China.
En este contexto, la anunciada selección del senador de origen cubano norteamericano, Marco Rubio, exponente de la derecha belicista, caracterizado por un discurso férreo contra las fuerzas progresistas y de izquierda en América Latina, como posible Secretario de Estado o Canciller de Estados Unidos, es un factor que de producirse, presagiar sin temor a equivocarnos, un aumento exponencial de la agresividad y las tensiones de Estados Unidos contra los gobiernos latinoamericanos que no se subordinan sumisa e incondicionalmente a sus intereses en el continente.
La designación de Marco Rubio sería más que un simple coqueteo o agradecimiento de Trump hacia el electorado latino. Sería el sello de la alianza de Trump con un representante emblemático de la derecha imperialista institucional del partido republicano, el Tea Party y otras tendencias derechistas que confluyeron con la base dura del trumpismo, como los llamados libertarios.
La base ideológica de extrema derecha del triunfo de Trump en una buena parte proviene de las influencias del Ku Klux Klan reciclado en diversos grupos y milicias supremacistas racistas. Además, las estructuras de las iglesias evangélicas y católicas, opuestas al cristianismo popular, identificado con las ayudas a las minorías. Adicionalmente, en la base social del trumpismo cunde el rechazo sectario al multiculturalismo, a las reivindicaciones del movimiento de mujeres y la sexo diversidad. .
Sin embargo, otro espectro importante de la base electoral del trumpismo está en la derecha de origen latino dentro de Estados Unidos, más especialmente, la concentrada en el estado de Florida, del cual es oriundo en senador Marco Rubio. Allí se concentra una relevante población de exiliados derechistas de Cuba, Nicaragua y Venezuela. La influencia de estas derechas latinas dentro de la política norteamericana reclama en consecuencia su cuota de protagonismo en la proyección de Estados Unidos hacia la región.
A su vez, las derechas criollas oligárquicas dentro de los países latinoamericanos ven el nombramiento de Rubio como secretario de estado y el triunfo de Donald Trump como un apoyo a sus luchas contra los procesos progresistas y de izquierda, celebrando el triunfo de Trump como propio. En Florida, también se agitan elementos de derecha provenientes de diversos países latinoamericanos, que son fanáticos y sectarios adversarios de los procesos progresistas de la región latinoamericana, tales como el gobierno de Gustavo Petro de Colombia, quien ha sido tildado tanto en 2023 y 2024 por el senador Marco Rubio, como “asesino”, debido a la postura del ejecutivo colombiano en favor de Palestina o “narco”, además de llamarlo “simpatizante de dictaduras” como Venezuela y Cuba. La designación de Marcos rubio es un regalo para los seguidores del uribismo y el paramilitarismo.
Así mismo, el senador Marco Rubio se ha declarado enemigo de las reformas impulsadas por Andrés Manuel López Obrador en México, mismas que pretende continuar la nueva presidenta Claudia Sheinbaum. Por otra parte, también ha acusado al gobierno mexicano de “narco”. Marco Rubio es partidario del cierre total de la frontera entre Estados Unidos y México y es defensor de la idea de expulsión de millones de migrantes latinoamericanos de Estados Unidos.
Marco Rubio ha sido propulsor de las medidas de bloqueo criminal y de sanciones económicas contra los pueblos latinoamericanos cuyos gobiernos son independientes a los lineamientos de Washington, buscando su rendición mediante medidas de asfixia económica buscando crear hambre colectiva, así como la destrucción de dichas economías. Hablamos de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Son precisamente estos bloqueos y estas sanciones económicas unilaterales de Estados Unidos las que generan crisis económicas, que posteriormente producen migración. Estados Unidos paradójicamente destruye economías con bloqueos, pero no quiere asumir la responsabilidad de los migrantes que generan sus políticas de asedio y amenaza de invasión. Dichas estrategias crueles no han logrado su objetivo de revertir a dichos gobiernos rebeldes al control de Estados Unidos.
En el caso de Panamá, la virulencia de Marco Rubio contra las relaciones de China Popular en el continente, permiten prever que aumentarían las presiones para que Panamá evite el multilateralismo y que mantenga su modelo de dependencia respecto a la economía canalera y Estados Unidos. Hoy más que nunca, nuestro país necesita diversificar su base económica, industrial y agraria, incluso, la dinamización del propio sector logístico de servicios, buscando atraer nuevas inversiones, así como transferencia científica tecnológica que la hegemonía de Estados Unidos no garantiza.
China Popular propone, en cambio, la cooperación para el desarrollo y eso no agrada a Estados Unidos. Además, no podemos olvidar las declaraciones de Donald Trump en 2023 cuando dijo que la entrega del Canal había sido uno de los peores errores de Estados Unidos. China Popular se puede convertir en la principal potencia económica del mundo en unos lustros.
La propuesta del presidente Xi Jinping de la famosa ruta de la seda, que comunique a los continentes, y permita la ágil conectividad de los pueblos con oriente, es una empresa sin precedentes en la historia, que provoca el recelo de Estados Unidos y de Europa Occidental, en definitiva, las viejas potencias coloniales y neocoloniales, que ven terminar su época de 500 años de control, ante el avance del mundo multilateral, los BRICS. Por último, Marco Rubio, al igual que Donald Trump, es un ferviente partidario del genocidio y la dominación de Israel contra el pueblo palestino. Igualmente, a ambos se declaran contrarios y al progreso de Irán como una potencia del Medio Oriente.
En definitiva, las líneas de Trump proponen cambiar el foco de tensión máxima mundial de Ucrania a China, el objetivo de Estados Unidos en el siglo 21. Tratar de dividir siempre a Rusia y China, como sucedió con la extinta Unión Soviética y China Popular, constituye uno de los principios de la política internacional de Estados Unidos y de la intelectualidad derechista del imperio. Que pueden lograrlo plenamente son otros quinientos pesos, ante el crecimiento del mundo multilateral y la experiencia de los pueblos.
La designación de Marcos Rubio en el cargo de secretario de estado, es un claro mensaje de amenaza, dureza y agresión, contra la región latinoamericana. El regreso de los discursos más duros de la prepotencia del norte contra los anhelos independentistas y soberanistas de nuestros pueblos. Frente a esas amenazas es indispensable la unidad de los pueblos de América Latina y la defensa irrestricta, dentro de nuestros países, de nuestra soberanía y autodeterminación nacionales.
Panamá, 13 de noviembre de 2024