Por: Fígaro Ábrego
Antonio iba por un camino de tierra, a ambos extremos el gigantesco herbazal, se escuchaban el estruendo de los cañones que bombardeaban el improvisado puerto. Las luces del fuego eran visibles y temblaba el suelo a medida que caían.
Una fila de soldados vestidos con harapos, algunos descalzos,...