Es el relato al final en la bitácora de un navío español cargado de esclavos rumbo a Perú que en 1553 encalló en las costas de Ecuador, que fue recogido por el sacerdote Miguel Cabello Balboa de la Orden de la Merced.
En sus escritos sobresale un personaje de duro carácter que el clérigo, sobrino nieto de Vasco Núñez de Balboa describe como un “valiente negro llamado Antón…”.
Ese era ‘Antón Mandinga’, capturado en la región insular de Costa Verde, quien desde lo profundo de las condiciones infrahumanas del cautiverio se rebeló.
Aprovechando el desastre naviero, liderizó la fuga con más esclavos igualmente cargados igual de dolor y anhelos libertarios.
Huyeron de la opresión rumbo a lo desconocido y se internaron en lo que mejor conocían; la espesura selva.
Recorrieron cientos y miles de kilómetros, hasta alcanzar una planicie al sur de la bahía de Panamá.
Cargando con sus costumbres, con la nostalgia de rostros y lugares que jamás volverían a ver, se enfrentaron la furiosa búsqueda de sus captores dispuestos a dar la vida con tal de mantenerse libres.
“Los esclavos azotados por el hambre, los malos tratos y el desprecio de sus amos desertaban al amparo de una vegetación intrincada y una orografía abrupta, y en la periferia de los núcleos urbanos constituían poblados libres y marginados de la sociedad dominante en donde, por lo general, desarrollaban una vida primitiva a la búsqueda de sus raíces africanas y de sus costumbres tribales”, relata el Oidor Criado de Castilla, en una crónica de 1575.
Los llamaron cimarrones
El Oidor de Castilla describe las penas que esperaban al cimarrón. La muerte por horca se aplicaba cuando el tiempo de ausencia es superior a seis meses y hasta 1540, existió el castigo de la castración. Estas sanciones incluían la pérdida del pie derecho o cierta cantidad de azotes en la plaza pública. Una huida de ocho días equivalía a una pena de 100 azotes y se le ataba al pie una calza de hierro por seis meses.
Ante semejante destino estaban decididos a permanecer fugitivos, formar sus palenques en las montañas y pelear.
El resentimiento contra el dominio español de la época los llevó a unirse a los piratas y corsarios ingleses para ayudarlos a mover sus cargas.
Pero, Antón Mandinga y unos 200 de los suyos se enfrascaron en una lucha contra las autoridades de la Corona, que pese a la desigualdad de armamento debieron llegar a un convenio en 1580.
Los acuerdos establecían que los españoles les abonarían a los cimarrones instrumentos de labranza, semillas más un hato de ganado, y a cambio, ellos permitirían el uso de las trochas para llevarse el oro rumbo a Europa.
Esa colectividad africana creó un asentamiento en unos llanos poblados de pácoras, una especie de palmas de cuyo tallo se extrae un dulce néctar conocido después como ‘vino de palma’.
Así nació Pacora, cuya gente favorecida por un caudaloso río logró desarrollar una productiva actividad agropecuaria.
En sus inicios, Pacora fue un caserío de ranchos construidos con paredes de caña blanca y techos con pencas de guágara, un tipo palmeras de hoja resistente, capaz de enfrentar las inclemencias.
El distrito que se convirtió en corregimiento
Durante la unión a la Gran Colombia, el 30 de mayo de 1582 la comunidad fue designada ‘distrito de la provincia de Panamá’ convirtiéndose en uno de los más antiguos de la región.
El 15 de diciembre de 1892, no obstante, fue degradada de esa categoría a ‘corregimiento del distrito de Panamá’, condición que mantiene hasta la actualidad.
En una entrevista del periodista Jesús Simmons a la profesora Sonia de Moreno, la pacoreña resalta el orgullo de pertenecer a este corregimiento, la belleza de la parroquia de la Inmaculada Concepción construida en 1791 y la sede de la Corregiduría que data de 1935.
Recuerda también haber sido testigo de la llegada a la región de familias como los De León y los Mejía.
En sus relatos revive sus paseos en familia por el antes caudaloso río Pacora, y cuando iban en busca de frutas entre la abundante arboleda, entre estos, un tamarindo que tiene más de 300 años de existencia.
En la Crónica General del Perú escritas en 1535, Pedro Cieza de León describe las características geográficas del área donde está enclavada.
“Cerca de esta ciudad de Panamá corre un río que nace en las sierras… donde en algunos de ellos tienen los españoles sus estancias y granjerías, y han plantado muchas cosas de España como naranjas, cidras, higueras, sin esto hay otras frutas… piñas olorosas y plátanos muchos y buenos, guayabas, caimitos, aguacates, y otras frutas de las que suelen haber en la misma tierra”.
Desde ese entonces, la región ha sido ocupada en diversas oportunidades por grupos humanos de escasos recursos presionados a la movilización por la falta de viviendas y de colonos procedentes del interior del país.
Esto ha producido un auge poblacional que aumentó de 6 mil habitantes en 1980, a 26 mil en 1990 y a más de 50 mil en 2022.
Esto lo ha convertido en el sexto corregimiento más poblado del distrito capital.
Como efecto directo, la creación de numerosas comunidades; Pacora, Altos de Pacora, Utivé, Los Lotes, Malengue, Pueblo Nuevo, Las Garzas, San Diego, Tataré, Caminos de Omar, Arnulfo Arias y Paso Blanco 1, 2, y 3.
En su extensión de 479 kilómetros cuadrados se desarrolla una agricultura y la ganadería que se conjuga con un auge del centro urbano.
Nuevas áreas residenciales, talleres, escuelas y centros comerciales se complementan con el Mercado Municipal de Pacora inaugurado el 21 de noviembre de 2022.
Pacora crece. Es un centro de todos factores propicios para el desarrollo en una zona en constante crecimiento que se originó en la búsqueda de un esclavo lleno de anhelos de trabajo y libertad.
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Referencias · La historia del corregimiento de Pacora (panamaviejaescuela.com) · bello el pueblo de Pacora | Día a Día (diaadia.com.pa) · Pacora Historia y Oralidad (monografias.com) · ¿Quién fue Antón Mandinga? | Panamá América (panamaamerica.com.pa) · Pacora Historia y Oralidad (monografias.com)