Con soltura y dinamismo, Víctor Arturo Moreno Gálvez, se movía dentro del auditorio de la Policlínica “Presidente Remón”, de la Caja de Social (CSS), cómodo en su propia piel y en las circunstancias que le acompañan.
El joven de 27 años, captaba la atención de los padres de familia que escuchaban detenidamente su charla testimonial, que formaba parte del ciclo de docencias ofrecidas por el Departamento de Fonoaudiología, donde se informaba de la importancia de la estimulación, en aspectos tan significativos como el habla, puesto que él es el ejemplo viviente de lo que se logra con dichos tratamientos, con los ingredientes adicionales de superación y valentía.
Historia de lucha
Luchador desde el momento que dio su primer respiro; Víctor vino a este mundo el 29 de septiembre de 1994, cuando la preeclampsia que se le manifestó a su madre hizo que naciera con tan solo cinco meses y medio de gestación, rompiendo así cualquier pronóstico.
Circunstancias provocaron que su mamá quedara en coma por mes y medio y que él convaleciera por cuatro meses más en el hospital, recibiendo alimentación consistente en leche materna, que era pasada por un tubo hasta su estómago.
Pasado ese trance, todavía no estaban manifiestas las condiciones que le acompañarían el resto de su vida y que hoy con gallardía abraza, ya que afirma que ellas hacen de él un ser irrepetible, con temperamento y fuego.
La primera discapacidad que se le descubrió fue la visual, con un diagnóstico de miopía de moderada a severa, que le obliga a usar lentes. La segunda es la auditiva, que se le manifestó más profundamente cuando su padre empezó a notar, a los cinco años, que el volumen del televisor lo subía demasiado.
Las terapias que recibió en el Complejo Hospitalario “Dr. Arnulfo Arias Madrid” se convirtieron en los eslabones que le ayudaron a progresar.
La miopía vino acompañada de estrabismo, razón por la cual, por mucho tiempo, debió llevar un parche en el ojo para corregir la condición, lo que le ocasionó que algunos compañeros le acosaran, cuando iba a dar sus clases, con apodos como el pirata. Además, tuvo que usar unos audífonos especiales para mejorar su audición, los cuales deberá utilizar el resto de su vida.
Para él las terapias auditivas fueron más complicadas ya que fue presentando problemas del lenguaje, sobre todo para pronunciar las letras r, s, z y g.
«De las terapias, unas eran divertidas y otras no tanto, quiero confesar que yo fui muy rebelde durante el proceso, pero tuve que poner de mi parte. Gracias a ellas, evolucioné de manera positiva, aunque de vez en cuando se me sale algún problema al mencionar letras y se me nota levemente el estrabismo. Me siento muy agradecido con ese equipo de profesionales del Complejo, y de verdad vale la pena», comentó.
Víctor es actualmente un profesional que labora en la Dirección Nacional de Comunicaciones de la Caja de Seguro Social, en el Departamento de Relaciones Públicas, además de ser enlace en la Dirección de Equiparación de Oportunidades.