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¡Solo una chupada!

En mi adolescencia me hice amigo de Roberto, a pesar de que me llevaba unos 15 años. Siempre me ha tratado cómo un hermano mayor. Hace algunos meses nos volvimos a encontrar. Me invitó a su casa de playa para compartir y de paso presentarme a su cuñada que más o menos tiene mi edad.

Minerva es corredora de aduanas, algo simpática… Pero no puede tomar ningún tipo de bebida alcohólica. Ese fin de semana Minerva intentó algo más que ligar… Si quería hacer el delicioso con la casa llena, cosa que era una falta de respeto a mi amigo y toda su familia. Robi solo se reía de mí por lo sucedido.

Él me siguió invitando a su casa para hacer un azadito o tomar algo. Susi, su última hija de 26 años, se casó muy joven y recién se divorció. Una noche decidí no volver a casa por la hora y que estaba muy mareado.

Me recosté un rato en la sala, Roberto y su esposa se habían acostado. La joven me dijo que si quería tomar algo más, le dije que un gran vaso de agua, ella se sirvió una copa grande de sangría.

Con una voz suave me preguntó “te dio miedo chupársela a mi tía, somos adultos, dime”. Yo respondí mira, ese día tu tía estaba tomada y no estaba consciente de lo que decía. “Ja, ja, ja, ella lo que necesita es una buena mamada y una acomodada de matriz”.

Le dije mira, me siento incómodo con esta conversación y me fui a dormir. Pensé que todo quedaría en esa conversación incómoda, pero no fue así.

Días más tarde, ella le pidió mi número a su papá con la excusa de pedir algo para una reunión en su casa que me habían invitado. Una noche a eso de las 11:00 PM, me escribió “estás despierto”… En ese momento me dio la inquietud de saber hasta donde llegaría Susi.

“No puedo dormir, tengo ganas de una buena chupada y tú que haces”. ¿Quieres que tu papá me mate, Susi? “No solo quiero que me mames la vag!na, bobo. No quiero que me la metas”. Me mando una foto boca abajo luciendo un hilo dental de color negro.

“Mira lo que te estás perdiendo”. Mira, puedes venir a mi casa el sábado y veremos que pasa. A eso de las 9 de la mañana me tocó la puerta, traía puesta ropa de ir al gimnasio.

Se sentó en la sala, se bajó los leggings y sonrió. Empecé con masaje lento en su vagina, en su clítoris. Lentamente, fui bajando el dedo y sin que ella se lo esperara le fue metiendo el dedo despacio. Con mi otra mano le tocaba el clítoris, le metía el dedo y se lo sacaba rápidamente.

Mi mano estaba empapada y ella tuvo un orgasmo mientras temblaba. Se acomodó para qué la penetrará, le susurre al oído, eso no era parte del trato. “Papi no seas malo, metémelo”…

Susi se arrodilló y me suplico que me dejara mamar. Cuando terminó la acomode en el sillón, la penetre lentamente, aumentando el ritmo poco a poco mientras la miraba.

Se sorprendió mucho al ver que pude continuar a pesar de haber llegado. “Oye te tomaste algo para poder venirte dos veces”. Solo sonreí y le contesté que “te falta mucho por aprender”.

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