Por Jorge I. González
Abogado.
Fundador de colectivos estudiantiles CORE, PRE, PAT DERECHO, BPU, MJP.
Los derechos humanos en sentido integral, así como muchas fechas conmemorativas, aniversarios de instituciones, etcétera, son el producto histórico de acontecimientos fundamentales en la evolución dialéctica de las sociedades. Una de esas creaciones simbólicas es el Día del Estudiante, celebrado en Panamá el 27 de octubre, fecha que los poderes de turno y las autoridades educativas intentan proyectar como una fecha cuasi feliciana, una postura que esconde el carácter de lucha de clases que encierra la conmemoración. A los estudiantes les cuentan de todo en este día, menos cómo nació la conmemoración. Fomentar un pensamiento crítico debe ser la esencia de todo sistema educativo científico y humanista.
El 27 de octubre de 1943, el profesor universitario Felipe Escobar fue separado de su puesto por el Ministro de Educación de entonces, Víctor Goitía. Era el gobierno oligárquico de Ricardo de la Guardia, muy parecido en su condición de clase social “rabiblanca” y postura represiva, al actual gobierno de José Mulino. Además, genuflexos a los intereses del imperio norteamericano, enemigo histórico del Movimiento Estudiantil. En esos años, la Universidad de Panamá operaba en las instalaciones del Instituto Nacional, turno nocturno.
La medida tomada contra el profesor Felipe Escobar, a consecuencia de sus opiniones contra el gobierno, provocaron la agitación y posición de lucha firme de las masas estudiantiles de la Universidad de Panamá y del Instituto Nacional, razón por la que el 27 de octubre de 1943, fue convocada una contundente huelga estudiantil que se prolongó por varias semanas. Entre las demandas del estudiantado estaban la reinserción del profesor Escobar, la génesis de la libertad de cátedra, el derecho de organización estudiantil y el respeto al principio de autonomía universitaria, consigna de los estudiantes latinoamericanos, desde la Reforma Universitaria de Córdoba, Argentina, en 1918.
De esta lucha, se generó la efervescencia organizativa que desembocó en 1944 en el resurgimiento sociopolítico y formal de la Federación de Estudiantes de Panamá, la gloriosa FEP, que constituyó un paso colosal en el desarrollo de las fuerzas sociales del pueblo panameño, contra la oligarquía criolla regente del poder, y Estados Unidos, la potencia ocupante de la Zona del Canal. El Movimiento Estudiantil y en especial, la FEP, se convertirán en un actor protagónico, decisivo, de la lucha de liberación nacional contra la presencia colonial norteamericana y el ejercicio antidemocrático del poder por la oligarquía. Así quedará constatado en acontecimientos futuros, cruciales, como la Operación Soberanía de 1958 y los sucesos del 9, 10 y 11 de enero de 1964.
La lucha del 27 de octubre de 1943 y días posteriores, consiguió arrancarle determinadas concesiones al gobierno. La lucha estudiantil de ese año creó las condiciones históricas para la adopción del principio de autonomía universitaria en la Constitución Política de 1946. La Ley 48 de 1946 consagró la autonomía y sentó las bases de la llamada libertad de cátedra. Además, la fecha fue declarada simbólicamente como el Día del Estudiante, mediante la Ley 1 del 22 de octubre de 1948, en señal de reivindicación de la gesta estudiantil, manteniéndose hasta el presente la conmemoración en esa fecha.
Hoy, el estudiantado sigue jugando un papel de trascendencia en las luchas del pueblo panameño, pese a la represión de las autoridades, allanamientos, campañas de calumnia y los efectos nocivos del individualismo que reproduce el neoliberalismo. En coyunturas como la insurrección de San Felix en 2012, el rechazo a la reforma constitucional en 2019, las jornadas contra el alto costo de la vida en 2022, la lucha anti minera de 2023 y en la gran lucha contra la Ley 462 en 2015, allí ha estado el Movimiento Estudiantil en primera fila, dando su pecho contra las balas de la gendarmería, teniendo solo por armas las ideas, mensajes, pancartas y piedras. Así mismo, en el rechazo al Memorándum antinacional, firmado entre los gobiernos de Mulino y Trump.
El respeto al derecho de organización de los estudiantes en los colegios de secundaria es una deuda pendiente, grave, del estado, que viola las normas internacionales que reconocen a los jóvenes como seres con derechos de asociación y expresión crítica. Importante y esperanzador fue, pese a lo anterior, la participación de estudiantes secundarios junto a sus docentes en las jornadas de lucha contra la reforma del sistema de pensiones y jubilaciones, en meses recientes. El Movimiento Estudiantil es garantía de una ciudadanía empoderada, que defiende sus derechos y construya un estado nación moderno, justo, soberano y libre.
Panamá, 27 de octubre de 2025