InicioEntretenimientoHablando de balancines, frialdad y orgasmos

Hablando de balancines, frialdad y orgasmos

Cuando era niño me gustaba jugar en los balancines de los parques, desde ese entonces aprendí que en la vida a veces se está en la cima y otras en el piso.

Por alguna razón que no recuerdo más o menos hasta entrar a la escuela, me costaba jugar con otros niños.

Mi manera de ser callada en esa época causó que los demás intentaran siempre quitarme la merienda o agarrarme de piñata.

Un día Ernesto —compañerito de escuela desde el kínder—, me dijo “tienes que defenderte”.

Su hermano que era unos seis o siete años mayor, nos enseñó cosas básicas, como cuadrarse o pasar los golpes.

Con la clase de boxeo precoz solo esquivaba los trancazos que intentaban asestarme.

Beto el hermano de Ernesto se enteró, por eso un sábado me dio un golpe para provocarme. Me rompió la nariz, ese fue el último día que no respondí a un golpe.

También me dijo “los hombres no lloran, el que hombre que llora es mariquita”.

Esa frase se me encajó en el inconsciente. En cuarto año de secundaria cuando una noviecita de manos sudadas me dejó por un muchacho de sexto año, mi reacción fue algo estóica. El hecho me afectó mucho, pero no podía exteriorizarlo.

Creo que me sobrarían los dedos de una mano para contar las veces que una mujer me ha visto llorar.

Las dos primeras fueron compresivas diciéndome que eso era algo normal, somos humanos al fin. La última con la cual pensé tener una conexión no tuve la misma reacción. Lo que tuvimos fue más una empatía sexual que sentimental.

Ayer a pesar de ser inicio de semana que por lo regular debería ser un día bueno, fue todo lo contrario, aparte de un malestar que a pesar de tomar algo para el dolo sigue estando allí. No sé si les pasa que cuando todo sale mal buscan a alguien para hablar, en mi caso me estrellé con un muro de frialdad al intentar desahogarme con esta mujer.

Entonces decidí escribirle un mensaje a Yvonne: “Mujer mía que haces”… Así le decía para molestar. Ella respondió en menos de 5 minutos con la frase “aquí llegando a casa marido mío”.

Luego me dice, estás falta de… De ti siempre, le respondí.

Me comenta “tengo el periodo, sino te fuera a visitar”, “aunque de cuándo acá eso te importa”, me escribe con una carita de diablito.

Siempre hemos tenido una buena comunicación a pesar de que como pareja no resultó.

Entre un par de bromas me pide que le mande una foto íntima…

“Oye guapo sabes que mi cuñada no me creé que eres cancha larga… Yo le dije que la primera vez que terminaste y pudiste continuar fue como un sueño”.

Le tuve que cambiar el tema y contarle el día de perros que tuve ayer. Como siempre me escuchó atentamente de vez en cuando agregaba un comentario agradable.

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