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NOVIEMBRE DE LUCHA

Por: Jorge I. González

En el mes de la Patria, por su relación a los momentos que hoy atraviesa la nación, reproducimos el discurso del Profesor FRANKLIN DE GRACIA, Director del Instituto de Administración y Supervisión de la Educación de la Universidad de Panamá, orador de fondo el acto realizado en el Campus Harmodio Arias Madrid, el 1 de noviembre de 2023.

INTERVENCIÓN DEL PROFESOR FRANKLIN DE GRACIA EN EL MES DE LA PATRIA.

“Olvidar la historia puede ser tan peligroso como ignorar la realidad”
Julius Fucik

Asistimos a este encuentro con la Patria, en este sitio que tan profundo significado tiene para todos los panameños patriotas; noventa y siete años de nuestra llamada Época Republicana costó recuperarlo. En el logro de este momento no podemos olvidar a quienes, a lo extenso de la historia, prefirieron el sacrificio y hasta el martirologio antes que sentir la patria horada por extraños invasores. Primero el imperio ibérico, luego el imperio estadounidense y británico.

Por ello, no podemos dejar de lado la resistencia de nuestros pueblos originarios contra el invasor ibérico, dirigidos por el insigne Urraca; imposible olvidar la resistencia de los negros Felipillo y Bayano; la oposición de Santiago de la Guardia, quien cayera en heroico combate a orillas del Río Chico, resistiendo a las tropas colombianas que, desconociendo el Convenio de Colón, violaban el terruño dirigidas por las tropas dirigidas por del general Cipriano Mosquera; imposible no tener presente la insurrección de Pedro Prestán, en la ciudad de Colón en 1885, el fusilamiento de Victoriano Lorenzo cuyo ejemplo nos inspira para nunca doblegarnos ante quienes quieren imponernos su poder: aquí y en cada rincón de nuestra urbe y campiña levantado su voz: ¡la pelea es peleando! En ese lapsus, ellos y muchos otros patriotas entregaron lo más valioso su existencia por tener este significativo momento que hoy nos congrega.

Un noviembre de 1903, nuestra patria nació traumatizada, las ambiciones geopolíticas del imperio, con gran complicidad de quienes solamente escuchaban el sonido de sus cajas registradoras, nos impusieron la enmienda Platt en el artículo séptimo del nefasto tratado Hay-Buneau Varilla, (momento que hoy se nos intenta revivir con la ley minera 406) y con la complicidad nocturna de una Constituyente, que el 24 de febrero, aprobaba el artículo 136 en la Constitución de 1904, autorizando el intervencionismo militar Yanqui, que para vergüenza del país, en la mayoría de los casos, fue avalada por una casta antipatriótica, para saciar sus apetitos electoreros.

Hoy intentan repetir la trágica historia, pero otras son las brisas históricas que soplan en el presente.

Tal fue la entrega de esas clases antinacionales que nuestro incipiente Ejército Nacional fue despedazado por esos mismos sectores que preferían estar arropados por la presencia militar de las barras y las estrellas ante su incapacidad de solucionar los problemas sociales que sus ambiciones crematísticas y electoreras impedían resolver.
Hoy, con un sector militarizado, al menos mentalmente adocenado, reprimen nuestras aspiraciones patrióticas de evitar a cualquier costo la entrega de nuestras tierras, al igual que sucedió en 1850 con la llamada compañía del ferrocarril y en 1903 con la delimitación de la quinta frontera colonial.

El 15 de junio de 1904 quedarían segregados de la jurisdicción nacional el territorio impuesto durante la usurpación colonial de Estados Unidos que se denominó Zona del Canal; se formalizaba el Enclave Colonial o la Quinta Frontera. Perdíamos el ejercicio de nuestra soberanía, quedaba mediatizada.

Igual se pretende hoy con nuestros recursos nacionales, para ser saqueados por la transnacional minera. Por ese motivo, la demanda de la población es una moratoria minera, que determine que la explotación de este y otros recursos tienen que estar regido por una ley marco que garantice el menor daño ecológico posible y cuyo Plus Económico tenga por objetivo la solución de las imperfecciones que agobian a nuestra vulnerable población.
El establecimiento de la Quinta Frontera significó una tragedia económica, política y social desde sus primeros momentos. Cientos de familias fueron desalojadas de sus tierras y viviendas que ocupaban heredadas de sus ancestros. Su resistencia fue reprimida, forzadas a retirarse de sus terrenos originales, tales fue el caso de las poblaciones de Mindi, Gorgona, Gatún, Chagres, Obispo, entre otras.

¿Será que se pretenderá repetir esa historia con las poblaciones circundantes al proyecto minero, en Donoso y Omar Torrijos?
Así como ayer esta adversidad no doblegó la voluntad de nuestros compatriotas, tampoco la doblegará hoy. En 1920, frenamos las pretensiones del imperialismo de entregarle la isla de Taboga al mandato norteamericano, nunca intimidó a los istmeños el envío de una figura como el General Pershing a doblegar nuestro espíritu patriótico.

En 1925 miles de panameños salieron a las calles a protestar por el aumento de alquileres de las insalubres viviendas que residían. La protesta social provocó el pánico de la oligarquía. El gobierno nacional, presidido por Rodolfo Chiari, llamó a la Intervención Yanqui invocando el artículo 136 de la Constitución ante la incontenible ola social. La rebelión popular segó la vida de los luchadores sociales Ferdín Jaén, Marciano Mirones, Lorenzo Brown, Emilio Olivardía, Julián Camarena, Rafael Echeverría y Damián Cabrera. Para mayor vergüenza, sin ningún dolor por el asesinato de siete panameños el secretario de Relaciones Exteriores, y presidente de la cámara de comercio de aquel momento, Horacio F. Alfaro, felicita al general Lassiter, quien comandó las tropas yanquis y a la postre el cruel asesinato.

En este marco referencial es importante destacar el rol de la mujer panameña que luego de fundar el partido Feminista encabezado por Clara González, joven abogada, a la que mentalidades atávicas no le permitían ejercer su profesión; ocupando un papel histórico preponderante en el que hacer de la sociedad panameña. Pero que su tenaz lucha, lograra que en 1938 a las mujeres se les reconocieran el derecho a cédula de identidad y su posterior participación en la elaboración de la Constitución de 1946.

La bitácora de nuestro transitar, permite alcanzar estadios importantes en el proceso organizativo, como lo demuestra el escenario de la quinta década del siglo XX, que registra importantes avances del movimiento popular. Se funda la Federación Sindical de Trabajadores, La Sociedad de Amigos de Rusia, el Magisterio Panameño Unido, la Asociación de Profesores de la República de Panamá. Organizaciones y vastos sectores independientes que más tarde lograran el rechazo del tratado Filos-Hines. Y afrentas posteriores, como la denuncia al establecimiento del Comando Sur norteamericano, La Escuela de Las Américas, conocido centro de torturas. Punto geográfico convertido en un centro de agresión a otros pueblos del continente americano desde la antigua Zona del Canal.

Abriendo el compás a la aplicación de las políticas hemisféricas de la doctrina de seguridad, o mejor dicho, el Macartismo, responsable de persecución política, la ilegalización de las organizaciones sindicales y estudiantiles, del Partido Comunista, y la represión del movimiento social, la que sería la carta cotidiana de aquellos días de triste recordación ante el asedio de cientos de intelectuales profesionales; dirigentes sindicales, líderes estudiantiles son perseguidos y exiliados; de nuestros claustros universitarios tal fue el caso de las recordadas figuras de Cesar De León, el ingeniero Hugo Víctor y Francisco Changmarín, entre otros.

Arrastrando a nuestro país en la oscura noche establecida por el presidente MacArthur personificada en la figura del coronel José Antonio Remón Cantera en el territorio nacional.
No olvidemos que nuestra actualidad es el producto de los cientos de sacrificios de los hombres del arrabal, que tuvieron el valor de encarnar y no dejar fenecer los sublimes ideales de nuestra independencia, panameñidad y espíritu de lucha.
Lo afirmado, lo testimonia la operación soberanía del 2 de mayo de 1958, la heroica gesta del 18 al 22 de mayo, en la que serían asesinados 30 estudiantes panameños que exigían no solo la restauración física de los claustros docentes sino la transformación de un sistema educativo, que liberara al discente de una educación enajenante, y este antecedente no los reafirmará la siembra de banderas del 3 de noviembre de 1959.

Prohibido olvidar a los mártires del Tute, Rogelio Girón, Eduardo Santos Blanco, Rodrigo Pinzón y Domingo García, al pueblo de Colón, que un 4 de octubre de 1959 marchó de esa provincia a Panamá en la denominada Marcha del Hambre, a la gran huelga de los trabajadores bananeros de Chiriquí y Bocas del Toro, en 1963; a la marcha de los trabajadores azucareros de Aguadulce a la capital de nuestra república, entre otras acciones de lucha por la conformación de un estado libre y democrático.

Todos tenemos presente los heroicos acontecimientos del 9-10-11-12 de enero de 1964. Es una de nuestras fechas cumbres, que enaltecen nuestra nacionalidad, el valor patriótico de nuestros estudiantes y todo nuestro pueblo. A la insurrección popular del 6 de junio de 1966, producto del asesinato del héroe antiimperialista Juan Antonio Navas y las condiciones marginales de subsistencia del pueblo colonense.

En lo inmediato a estos actos heroicos, debemos que nuestra bandera nacional ondee en los 1,432 kilómetros cuadrados que el imperialismo Yanky nos enajenó de 1903 a 1999. A su sacrificio debemos la actual administración del Canal en manos panameñas.
Hoy más que nunca debemos tener presente a los 21 mártires que entregaron sus vidas en esa gesta y los 500 heridos, a la heroica Federación de Estudiantes de Panamá y los estudiantes del Nido de Águilas, cuya juventud hoy se halla asfixiado y privada de su participación en las luchas sociales por un régimen que lo cercena; y por algunos profesores que muestran temor a las protestas sociales y revolucionaria de la juventud.

Vivimos momentos muy difíciles, amargos expresaría. Por la traición de un gobierno, que escuchó más el sonido de las cajas registradoras que ha entregado el país a una empresa minera cuyas acciones son dominadas por tres estados: China, Corea y Canadá; hecho de por si prohibido por nuestra Constitución. Un Órgano Legislativo dominado por mafiosos y rufianes que de acuerdo a opiniones de las calles se vinculan a organizaciones de dudosos beneficiarios. En lugar de escuchar el grito unisonarte de un pueblo que con hartazgo protesta en todo el territorio nacional, sin distingo de raza, credo o clase social.

El presidente y sus ministros pueden haber sancionado la ley 406, socavar nuestra estabilidad ambiental y la salud de nuestras familias; ha podido tener de su lado una veleidosa empresa privada, cómplice de la traición nacional, que so pretexto de la seguridad jurídica se presta a refrendar el proyecto de la muerte negando una vida saludable y en paz a la población panameña.
Celeridad, de aprobación y sanción de la ley minera, fue un claro acto de soberbia e irresponsabilidad, que encontró en este pueblo, hijo del caudillo Victoriano Lorenzo y del Cacique Urraca, el espíritu de guerra y lucha; poniendo en vilo a el Órgano del Estado Panameño, cuando cientos de jóvenes, profesionales, la clase obrera y la sociedad en su conjunto enarbolando la bandera de Panameña, grita “queremos un país sin minería”, tienen a la nación en una etapa pre insurreccional, que solo puede ser detenida, con la derogación del contrato ley 406.
Ante esta realidad que hoy vivimos es propicia la sentencia del apóstol José Martí:

“Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado”.
Gracias.

¡Sin Luchas, no hay Victoria!
¡La pelea es, Peleando!

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